martes, 30 de septiembre de 2008

Primavera en el Jardín


Como es sabido, hace poco empezó la primavera; y como habrás notado, aún no hubo menciones alusivas por acá. Por eso mismo, antes que concluyera este mes, quise cumplir la obligación moral. La califico así porque, de todas las estaciones, la primavera debe ser la más emparentada con la creación literaria. Si bien las otras también tienen predicamento (especialmente el otoño), es como si la primavera tuviera cierto mensaje de renacimiento, de resurrección. De esperanza que resurge multicolor, vencedora de su sepulcro helado. De volver a empezar.
Son también estos últimos días del mes, en lo que a mí respecta, fértiles en recuerdos. Otra postrimería de septiembre, la misma luz, idéntica brisa fresca, y de golpe flamea en el vacío aquel fragmento de Camilo Cela: "...caricias que no se olvidan".

La foto, brillante y primaveral, es de un lugar añorado. Quizás vuelva por allá, en no demasiado tiempo. Quizás...

Por sobre todas las cosas, la primavera es poesía. Y si hablamos de poesía, Neruda es ineludible:


Todo ha florecido en
estos campos, manzanos,
azules titubeantes, malezas amarillas,
y entre la hierba verde viven las amapolas.
El cielo inextinguible, el aire nuevo
de cada día, el tácito fulgor,
regalo de una extensa primavera.
Sólo no hay primavera en mi recinto.
Enfermedades, besos desquiciados,
como yedras de iglesia se pegaron
a las ventanas negras de mi vida
y el sólo amor no basta, ni el salvaje
y extenso aroma de la primavera.

Y para ti qué son en este ahora
la luz desenfrenada, el desarrollo
floral de la evidencia, el canto verde
de las verdes hojas, la presencia
del cielo con su copa de frescura?
Primavera exterior, no me atormentes,
desatando en mis brazos vino y nieve,
corola y ramo roto de pesares,
dame por hoy el sueño de las hojas
nocturnas, la noche en que se encuentran
los muertos, los metales, las raíces,
y tantas primaveras extinguidas
que despiertan en cada primavera.

No hay comentarios.: