sábado, 25 de febrero de 2012

De la verdad y del sueño







"Me digo: general, escriba de la verdad y del sueño.
De pie, aquí, en mi rancho de Inglaterra, digo:
El destierro es verdad; lo otro, sueño.
Sueño, la infancia.
Sueño, la juventud.
Sueño, los años en los que ellos gozaron de mi poder. Y lo festejaron. Y lo sostuvieron.
Yo que, de pie, tomo mate, y miro una nieve, unos árboles, un silencio de los que no soy dueño, sé que los sueños se desvanecen, que la mañana les pone fin, que son lo que el recuerdo quiere que sean.
Yo no sueño.
Yo, en este rancho agobiado por la nieve, y el viento, y el aire gris de la mañana, me dormí junto al brasero, y cabeceé junto al brasero y las brasas que resplandecían en el brasero. Y dormido, galopé los campos que fueron míos. Y respiré en su luz. Y no supe que es imposible retener ese candor, esa fugacidad.
Ahora, estoy de pie. Y tomo mate. Y no sueño.
Alguna vez, en Palermo, el almirante Guillermo Brown, que estaba loco, y que había huido de su Irlanda natal, y que llegó a almirante de la desvalida, misérrima flota que armaron y fletaron los jacobinos de Mayo, porque en Buenos Aires -dijeron los jacobinos de Mayo- sobraban los caballos y los criollos a caballo, y no los que se animaran a las aguas, me preguntó si nunca escribí un nombre, un deseo, una fatiga o, tal vez, el dibujo con el que marcaba mi hacienda, y los guardé -nombre, deseo, fatiga, dibujo- dentro de una botella, cerré la botella y la tiré al Río de la Plata o al mar, si se me hubiera ocurrido navegar por donde el Río de la Plata se hace mar.
Contemplé, callado, al viejo incrédulo, acabado, que olía a ginebra o whisky, y que conoció los estragos del cañón a bordo de frágiles maderos, y el grito de horror de los que se ahogan, aún vivos, en el hueco pálido de las olas, y que eludió la muerte más veces que ningún otro hombre en aguas y tierras americanas, y contemplé la piel rojiza y arrugada de su cara, y sus ojos verdes y pequeños que buscaban alcohol en algún lugar de mi despacho, y le dije, déjese de joder, Brown. No estoy para perder el tiempo.
Brown, que no encontró ni un miserable trago de caña en mi despacho, tomó, de mi escritorio, su gorra de marinero, y me contestó, Yo sí, señor.
No haga caso, me dijo lord Palmerston.
Los irlandeses son un pueblo belicoso, pero sus escritores… Ah, sus escritores… Y sus poetas… A esos, les temo. A esos, general, les temo. Verdaderamente, les temo. Cambiaron el mundo de la palabra. Y le aseguro, mi muy estimado general Rosas, que cambiar el mundo de la palabra es más inexpiable que la cobardía de Judas o, si lo prefiere, que el deshonor."





(de El farmer, de Andrés Rivera)

domingo, 19 de febrero de 2012

Dinámica de lo impensado



“Las cosas suceden, simplemente. Cuando uno va a hacer el amor no se pone a pensar previamente en la técnica que aplicará. Uno va y lo hace y las cosas suceden. Lo mismo al escribir”.


(Juan Carlos Onetti)

lunes, 13 de febrero de 2012

Azul frío





y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo





(Cold in hand blue, de Alejandra Pizarnik)

sábado, 4 de febrero de 2012

Pertenencia



"(...) porque ahora es al fin un adulto, y ser adulto significa justamente haber llegado a entender que no es en la tierra natal donde se ha nacido, sino en un lugar más grande, más neutro, ni amigo ni enemigo, desconocido, al que nadie podría llamar suyo y que no estimula el afecto sino la extrañeza, un hogar que no es ni espacial ni geográfico, ni siquiera verbal, sino más bien, y hasta donde esas palabras puedan seguir significando algo, físico, químico, biológico, cósmico, y del que lo invisible y lo visible, desde las yemas de los dedos hasta el universo estrellado, o lo que puede llegar a saberse sobre lo invisible y lo visible, forman parte, y que ese conjunto que incluye hasta los bordes mismos de lo inconcebible, no es en realidad su patria sino su prisión, abandonada y cerrada ella misma desde el exterior - la oscuridad desmesurada que errabundea, ígnea y gélida a la vez, al abrigo no únicamente de los sentidos, sino también de la emoción, de la nostalgia y del pensamiento."


(de La pesquisa, de Juan José Saer)