sábado, 30 de enero de 2010

A la hora sin sombra



Un paréntesis antes del tema que quiero abordar. Como lo había anticipado, hoy estuve en el programa radial "Paradigmas". Agradezco nuevamente a Mercedes, su conductora, por la invitación y la gentileza del espacio brindado. Fuera de micrófono hablamos de otros proyectos, que ya comentaré, y también me propuso un espacio en su programa para recomendar libros. Falta definir la frecuencia, si cada sábado o bien quincenalmente, pero se podría decir que es un hecho.


Ahora sí. Ayer se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Osvaldo Soriano. Escritor entrañable, su nombre tiene (o debería tener) una vibración especial para los cipoleños. Alguna vez vivió en nuestra ciudad, y en lugar de olvidarla una vez consagrado y en la remota Buenos Aires, escribió sobre ella, dejó plasmados aquellos paisajes polvorientos y manzaneros en su obra, lo que es decir, en la inmortalidad que ésta se ha ganado. Empero, donde fuera su casa (actualmente la oficina de Aguas Rionegrinas) ya no hay placa conmemorativa: se la robaron hace unos años. Sólo queda el monolito blanco, insípido para los desprevenidos, dolorosamente mudo, como si la boca que no tiene estuviera cosida con alambre. Pero está el peral. Su peral. Y hoy, como él mismo escribió una vez, "sigue dando peras".

Finalmente una perla, cortesía del magnífico Literatura.org : Un capítulo de "Triste, solitario y final", leído por el mismo Osvaldo.


jueves, 28 de enero de 2010

REMES



Es una sigla: Red Mundial de Escritores en Español. Agradezco a sus responsables por agregarme al listado de autores, y también por poner su tiempo y esfuerzo en la generación de un espacio de difusión para los demás. En el barrio a esto lo llamamos Generosidad.

La dirección del sitio es http://www.redescritoresespa.com/. Por mi parte, estoy acá.

sábado, 23 de enero de 2010

Paradigmas


La imagen fue la primera que devolvió Google al buscar "paradigmas". ¿Y a qué viene esto? En un encuentro de amigos celebrado la otra noche, me surgió imprevistamente una invitación para el programa radial que lleva ese nombre: Paradigmas. Va por la fm Galas (emisora que transmite en vivo desde su página), y busca reflejar el quehacer de la "gente que produce", como dijo su conductora.

La cita es el próximo sábado 30, a las 10 de la mañana aproximadamente.

miércoles, 20 de enero de 2010

La hora de la verdad



"El poeta siempre llega tarde a todas partes. Sin embargo, hay una hora extraña en que el poeta llega antes que nadie. Es una hora peligrosa de la tarde. Peligrosa y amenazante. El color de esa hora es el color de los domingos a la tarde. Yo creo que a esa hora la humanidad agacha la cabeza. Entonces uno siente que el miedo se le va acercando, lo va cercando, de a poco, en círculos cada vez más chicos, más unánimes. Entonces surge el poeta, viene a la memoria. Todo lo que todos los poetas han ido escribiendo desde el centro del dolor, desde el delicado equilibrio de la locura. Todo va a estar ahí cuando el sol ya no está, cuando hay un solo ojo que nos mira y pasa la sombra del bisonte rápidamente a nuestro lado por la pared rota de una gruta oscura. Entonces todo ser humano desde el necio al soberbio va a recordar al suicida que escribió y vendrá la muerte y tendrá tus ojos; al fusilado que dijo no le tapen la cara con pañuelos / para que se acostumbre a la muerte que lleva; al negado que una vez dijo con el número dos nace la pena.

Para eso sirve un poeta."


(Isidoro Blaisten)

sábado, 16 de enero de 2010

Hasta abajo



"Le volvió a tironear del pelo, haciéndole mal otra vez, y ahora él sabía que ella sabía que le hacía mal.

- Oye, será siempre luna de miel. Siempre. Eternamente hasta que muera uno de los dos. No puede ser de otro modo. O cielo o infierno: nada de cómodo y pacífico purgatorio intermedio para que nos alcancen la buena conducta, la abstinencia, o la vergüenza o el arrepentimiento.

- Entonces no crees en mí; en quien confías, es en el amor.-Ella lo miró-. No soy yo; cualquier hombre.

- Sí, es en el amor. Dicen que el amor muere entre dos personas. Eso no es cierto. No muere. Lo deja a uno, se va si uno no es digno, si uno no lo merece bastante. No muere; uno es el que se muere. Es como el océano: si uno no sirve, si uno empieza a apestar en él, lo escupe en alguna parte para que se muera. Uno se muere de cualquier modo, pero yo prefiero ahogarme en el océano a que me escupa a una faja de playa muerta, y que el sol me reseque hasta convertirme en una manchita sucia sin nombre, sólo "Esta fue", como epitafio. Arriba. Le dije al hombre que nos mudaríamos hoy.

En menos de una hora dejaron el hotel con sus valijas, en un coche; subieron tres pisos. Ella hasta tenía la llave; le abrió la puerta para que entrara; él sabía que ella no miraba al cuarto sino a él."


(de Las palmeras salvajes, William Faulkner)

jueves, 14 de enero de 2010

Fe de ratas



Sucede que a veces mando fruta -y justo hablábamos de manzanas-. Supongo que es inevitable. En este caso, no sé por qué pero desde siempre pensé que el "País de las Manzanas" de Sayhueque era por acá nomás. ¡Error! Valen las palabras de Héctor, quien se tomó un tiempito para escribirme y aclarar la cuestión. Copio y pego:


“El país de las manzanas” estaba ubicado en la desembocadura del río Caleufú con el Collón Cura, hacia la cordillera, donde tenía el asentamiento la tribu de Sayhueque. Ese nombre no se lo dieron los aborígenes, sino los blancos (ya en los mapas de San Martín, cuando planeaba cruzar la cordillera, lo llamaba así).
El origen fue una reducción de monjes que llegó de Chile por el año 1600. Traían algunos manzanos y se afincaron sobre el lago Nahuel Huapi. Los aborígenes los mataron, y los manzanos se distribuyeron por la cordillera, aprovechándolos los mapuches para fermentar la fruta y darle a la “chicha”
Como verás, nuestra región de la Confluencia no tiene nada que ver con el mítico “país de las manzanas”, aunque luego de los trabajos de canalización desde el dique Ballester tenemos manzanas en la zona."



He ahí la verdad histórica. Me permito una disgresión: creo que un nombre con esa musicalidad, "País de las Manzanas", debería provenir de los pobladores originarios y no del huinca invasor. Parece más vinculado con las entrañas de la propia tierra, parido en la intimidad de la nieve y bajo las araucarias, que traído en los recados polvorientos del Ejército, donde viajaban cruzados los Rémington Patria.
Creo que esa sería la verdad poética.

Gracias Héctor por el desasnamiento, algo que nunca viene mal.

miércoles, 13 de enero de 2010

Recomendado de la semana


Te recomiendo un blog: Con letra propia, vaya nombre, inmejorable dicho sea de paso. Su autor es Horacio Beascochea, escritor afincado en Neuquén, es decir acá nomás allende el río. Otro recordatorio de que en el "País de las Manzanas", como lo llamara el cacique Sayhueque (aunque hoy no parezca otra cosa que no sea el país del viento, pero bueno...), también hay escritores que valen la pena. Y Horacio es uno de ellos.

Dos perlitas: 1) Sin saber lo que hacía el otro, cada uno colgó en su página el poema "Obligaciones del poeta", de Gioconda Belli. 2) Imperdible la última entrada, fechada anteayer, con el monólogo 2000 de Tato. Leerlo me trajo recuerdos de infancia. Tuve la suerte de ver sus programas en vivo, allá por los ochenta, aun cuando era bastante chico y no entendía demasiado. Cómo se lo extraña en estos tiempos de "Chapoteando por un sueño", "Intrusos en tu casa" y gemas por el estilo. Él hizo reír y también hizo pensar, como bien dijo alguien. Un lujo que hoy, catorce años después, sigue siendo suyo.

martes, 12 de enero de 2010

Los buenos mueren



Imposible. Así fue, es y será mi relación con el ajedrez. No es que nunca me haya interesado, sino que entonces mi impericia resultó soberana. Algo similar a lo sucedido con la música, cuya correspondiente asignatura del colegio secundario pude sortear por exclusiva obra de un milagroso alineamiento de los planetas (aunque, todo hay que decirlo, logré una hazaña improbable: tocar la flauta con la nariz). Volviendo al juego ciencia, recuerdo claramente mi última partida. Habrán pasado unos siete, ocho años, tal vez más. Del otro lado del tablero estaba el hermano menor de un amigo. Trece años de edad, peinadito, rubiecito, bastante acné y el consiguiente aire de inseguridad. Dicen que los tiburones perciben la sangre a la distancia; yo, en ese momento, experimenté algo parecido. Es que, si bien sólo contaba con el conocimiento más básico del juego, la diferencia de edad siempre presupone una ventaja para el mayor, en este caso yo y por unos cuantos años. Con este panorama es probable que usted señor, usted bella dama, piense que la mesa estaba servida para que este servidor se hiciera un picnic. Error, y de los grandes. Fue rápido y doloroso, sangriento te diría. Una paliza inolvidable que me hizo abjurar para siempre de los trebejos. Por el bien de mi autoestima, ¿no?

Mejor pasemos a lo bueno. Ya adentrándonos en nuestro terreno, el ajedrez resulta una huerta fértil para los quehaceres de la literatura. Así lo permite la vida pintoresca, en algunos casos extravagante, que llevaron muchos maestros legendarios. Bueno, a decir verdad, sucede lo mismo con tantos grandes escritores. Supongo que es la consecuencia de consagrar ciegamente la existencia a un arte. La literatura lo es, y muchos ajedrecistas replican el rótulo para lo suyo.

Y ya que hablamos de letras, desde hace bastante me llegaron buenas mentas de Cabrera Infante, pero nunca había tenido la oportunidad de comprobarlas. El otro día, buscando un dato técnico para un viejo cuento que estoy corrigiendo (una versión libre sobre el enfrentamiento entre Lasker y Capablanca), la casualidad me enfrentó de bruces con un opúsculo de aquel escritor español. Concretamente, una crónica sobre el mentado Raúl Capablanca. El trazo experto de Cabrera Infante va dibujando la vida y el carácter del mito cubano, alegre desde siempre, travieso, despreocupado, y dueño de una aptitud mágica y descomunal para dominar todos los secretos del juego, signo definitivo del camino en cuyas cunetas tiró los pedazos de todos los maestros y leyendas del ajedrez que tuvo enfrente. Hasta que en el Buenos Aires de 1927, dónde si no para un final de tango como el que se avecinaba, se enfrentó nuevamente con el nefasto y obsesivo Alekhine, a quien siempre había vencido pero ahora era distinto. Ahora jugaban por el título de campeón mundial que detentaba Capablanca.

Es un poco largo, pero te lo recomiendo. Cabrera Infante sabe lo que hace, sin ninguna duda. Si te va la propuesta, click acá.

sábado, 9 de enero de 2010

Catorce




Ella es el verde y yo el azul.
Y cuando estamos azul sobre verde
somos la tierra y el cielo,
porque ella es la ofrenda fértil
y yo soy los vientos con tormentas y soles;
porque ella es la risa, el pan, la tierra
y yo la senda de los pájaros, el cielo.
Y así, durante el verde bajo el azul,
durante el azul sobre el verde,
somos el mundo.



(Verde y azul, Pedro Mairal)

jueves, 7 de enero de 2010

Nota en La Mañana


En La Mañana de Cipolletti de la fecha apareció una nota con motivo del resultado que obtuve en el concurso literario del Fondo Editorial Rionegrino. Aprovecho para agradecer la gentileza a Gladys, periodista del diario, y al fotógrafo, quien debió lidiar con mi nula fotogenia.

Para entrarle al artículo, click en este enlace.

martes, 5 de enero de 2010

Inmortal



Deseada desde siempre. Inaccesible para la consuetudinaria prepotencia de su aspirante, el hombre. La inmortalidad, ni más ni menos. Un acierto de la helada sabiduría de la Naturaleza.

Ahora bien, a veces (y sólo a veces) termina siendo la recompensa para los desvelos del artista. No hablamos sólo de la literatura, aún cuando pareciera ser la más sádica a la hora de la admisión en su hall of fame. El arte, sin distingos, es por esencia absorbente, demandante, de parto difícil. Muchas veces, como diría un poeta, "del otro lado están la vida y la rutina". En tantos de sus cultores tampoco hay elección. Se les impone, quizás por obra y gracia de algún gen travieso, y será otra necesidad fisiologica más.

De todos modos, supongo que no siempre y en todas las disciplinas el panorama es sombrío. Es probable que mi visión esté contaminada por las tragedias y las desventuras que pululan en el Parnaso literario. Lo que sí es común al artista es el sacrificio, la obsesión, el renunciamiento a ciertas cosas.

Creo haber divagado alguna vez sobre estas temáticas. Empero, recuerdo lo dicho por Rabindranath Tagore, aquello de "cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando". Ayer vimos que es verdad.

sábado, 2 de enero de 2010

Nuevo año



Volvemos a encontrarnos. Lo primero: prometo saldar en el plazo inmediato una antigua promesa respecto a esta página. Muy, pero muy pronto habrán novedades.

Ya que estamos, y como para que la entrada no quede reducida a un escuálido anticipo del pago de viejas deudas, cito un llamativo poema titulado "Obligaciones del poeta" que dice así:


Que nunca te dé por sentirte
intelectual privilegiado cabeza de libro serrucho de conversaciones
mustio pensador adolorido.
Vos naciste para desgranar estrellas
y descubrir la risa de la muchedumbre entre los árboles,
naciste blandiendo el futuro
mirando por ojos, manos, pies, pecho, boca,
adivino del porvenir
agorero de días de los que el sol
aún ignora su paternidad,
fuiste engendrado en noches de luna
cuando aullaban los lobos y corrían enloquecidas las luciérnagas.


(Gioconda Belli)