domingo, 27 de julio de 2008

Cuando sale la luna...



Resultó como suponía. Pantanosa, cruel, rebelde. Casi brutal incluso. Me refiero a la corrección, aquella que mencioné en la actualización anterior. Cómo será que de las 176 páginas originales ya bajamos a 158...

De todos modos, hoy nos convoca otra cosa. Es hora de "honrar la deuda", como tristemente dijeran nefastos personajes. Tenemos pendiente un cuento de Enrique Anderson Imbert, escritor argentino, titulado "Licantropía".

Quizás podamos hacer un preludio corto. El origen de la palabra se remonta a la mitología griega. Cuenta la leyenda que Zeus se puso furioso cuando el rey de Arcadia, Lycaon, osó servirle carne humana en un banquete. El castigo fue inmediato y terminante: lo convirtió en lobo.

Sí, estamos hablamos de los hombres lobo. La creencia en estos seres infernales tuvo apogeo en la Edad Media, época en la que los lobos eran el terror de los campesinos, especialmente cuando el hambre los empujaba a los poblados. En los siglos XV y XVI arreciaron las acusaciones de licantropía y muchas personas fueron sometidas a proceso bajo los cargos de asesinato y posterior canibalismo. La mayoría de las víctimas eran niños. Como es de suponerse, estos juicios eran meras pantomimas y tenían un final inexorable: la ejecución sumaria.
Aún avanzando en el tiempo, y ya en plena era del racionalismo cartesiano, numerosos pueblos de la sofisticada Francia organizaron partidas de caza para exterminarlos. Y no es todo, todavía hoy corre el mito y nuestro país no es una excepción.

El fenómeno lobuno tiene una vertiente más factible, la de los niños lobo. Los primeros relatos llegan desde la Europa medieval, pero la crónica más celebre data de 1920. Cierto día el reverendo J. Singh recorría un sector de la selva de Bengala, en la India, cuando encontró en una cueva a dos muchachitas. Era la cueva de una loba. El reverendo las llevó a un orfanato de Mindnapore al que estaba asignado, y allí las chicas tuvieron suerte disímil. La más pequeña murió al poco tiempo, incapaz de adaptarse; su hermana, en tanto, logró sobrevivir nueve años, lapso en el que aprendió algunas pocas palabras y a caminar torpemente.

El caso más reciente también proviene de la India. Corría 1976 cuando unos aldeanos encuentran en la selva de Sultampur a un niño jugando con unos lobeznos. Tiene aproximadamente ocho años, el pelo hirsuto y las uñas como garras. Los intentos por civilizarlo son inútiles, y estos aldeanos terminan entregándolo a las Misioneras de la Caridad de la ciudad de Lucknow, junto a las que permanecerá hasta su muerte en 1985.

Hecho el preludio, vamos con el cuento. Aprovecho para recordarte los datos de la Feria del Libro de Cipolletti: del 15 al 24 de agosto, en el predio del ex corralón municipal (calle Brentana). Ahora sí, para leerlo clickeá acá.

¡Hasta pronto!

lunes, 21 de julio de 2008

Misión cumplida


Seguramente recordarás que alguna vez te comenté algo sobre el muchacho de la foto. Sí, es el capitán Manfred Von Richthofen, el temido y legendario "Barón Rojo". Creo recordar que aquella vez también te conté que, luego de muchos devaneos, me había animado a encarar el postergado desafío de escribir algo sobre él.

Finalmente hoy, luego de casi ocho meses de batalla sin cuartel contra todo lo que te puedas imaginar (el tema, sus dificultades, las dudas, los temores, el desánimo, los bloqueos, las limitaciones técnicas, la vida cotidiana y sus obligaciones, y así podemos seguir) hoy ha sido el día en que por fin terminé con la novela. Claro, es la primera versión, y ahora viene lo más entretenido: la corrección. Una tarea que promete ser tan titánica como sangrienta, pero...¿quién me quita lo bailado? jajaja.

Ahora...que lindo que se siente en los pies la cima de esta despiadada montañita que empecé a escalar allá lejos, a principios de enero.

Y sí, como te habrás dado cuenta...Otra vez postergamos el cuento de Anderson Imbert. ¡La próxima sin falta!.

jueves, 17 de julio de 2008

Caballeros en la oscuridad



"Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes" dijo la cordobesa Cristina Loza. Y en este día histórico, en el que la Constitución gritó para demostrar que está viva, también hay un cambio de planes.

Para empezar, habrás notado que no hay más anuncios google. Hace unos días me llegó un bufonesco mail desde Adsense refiriendo la detección de "anomalías" y demás sandeces. El tema no da para mucho, solamente quería compartir el momento divertido que me regaló el susodicho. Realmente me dio mucha, pero mucha risa. Desde luego, agradezco a todos los que gastaron su mouse un poquito más en aquellas propagandas.

Hoy también se estrena la nueva película de Batman, condimentada con la última y magistral actuación de Heath Ledger en el papel del psicótico Joker. Pues bien, esto lo traigo a colación dado que en aquel libro de Jorge Lanata, que tanto he citado aquí, aparece una columna que el escribió en 1989. Fue cuando apareció el Batman gótico de Tim Burton, pero Jorge hacía referencia a otro Batman, el gordito sesentoso de la televisión.

Sí, alguna vez tendré que referirme a este libro tan mentado, "Vuelta de página", que tanto me ha dado de comer. Pero será otro día. La columna se llama "Batman en el sur", y dice así:


En aquella época la muerte no era un asunto personal. La muerte era, a lo sumo, un perro muerto. Un perro tieso, embalsamado de muerte en el medio de la calle.

En aquella época, en el sur, un palo podía transformarse en una espada y la justicia era una necesidad que nadie podía postergar.

En las mañanas de invierno las nubes bajaban tanto a la altura de Sarandí que era posible correrlas con la mano, cortar los pedazos de niebla y hacerse camino hacia el colegio, al nuevo día que jamás iba a terminar, al pelo por arriba del cuello de la camisa.

En aquella época el amor era secreto y fatal: amábamos con la cursilería de los boleros, desde el banco del fondo, a la chica de la primera fila. El corazón podía explotar con el timbre del recreo, pero nadie iba a lograr que, en público, pronunciáramos el nombre de Ella.

Un año era una eternidad, pero estaríamos dispuestos ese año, y el otro, y siempre, y aunque la vejez era en esa época un accidente ajeno, podíamos pronunciar las palabras "Toda la vida" sin caer en la trampa.

En aquella época, cuando queríamos mentir, la verdad pegaba un salto traidor y nos delataba en los ojos.

El miedo a la oscuridad de aquellos años no tenía que ver con la consciencia: creíamos a pie juntillas en los fantasmas, en Dios, en los monstruos. Cuando alguien apagaba la luz, se desataba una batalla de sombras en el techo.

En aquella época, en el sur, buscábamos palabras prohibidas en el diccionario:

- Concha - buscábamos.

-Parte dura que cubre el cuerpo de muchos moluscos y crustáceos: la concha del carey es muy apreciada...anat.

- Anatomía.

- Anatomía. Concha auditiva: cavidad de las orejas donde nace el canal auditivo. Platillos en forma de concha para servir manteca, aceitunas y otros elementos. No, no dice.

Pocos diccionarios decían. Nos matábamos de risa sin saber que íbamos a tardar algunos años en averiguar que aquella palabra también quería decir luna, humedad, encuentro.

En esos años mirábamos a los trenes con melancolía y nos cambiábamos para ir al centro. No sabíamos quien gobernaba este país: era algún militar del que ni recordabamos el nombre, que vivía en una inmensa torta de yeso rosado.

El primer ruido de la mañana era la voz de los obreros de la metalúrgica, y el segundo sonido el del repartidor de leche que dejaba los cajones en el almacén de al lado.

- Vas a ver cuando vuelva Perón - se decía en secreto.

- La palabra Perón está prohibida - nos advertían los familiares.

Pasábamos frente a las comisarías y decíamos, bajito: "¡Perón!". Pero no pasaba nada.

El tiempo pasaba lento como una tarde en el parque, y éramos libres. Los malos eran los de bigote, o los de mirada torva, o los de cicatriz, y el General Custer siempre llegaba a tiempo con el Séptimo de Caballería.

En aquella época, en el sur, llenábamos un plato de pan tostado con manteca, nos sentábamos frente al televisor, y mirábamos a Batman.


Para cerrar, quisiera saludar el coraje de quien no se traicionó a sí mismo, las agallas de quien se mantuvo firme hasta el final en las convicciones de su corazón. Sepa usted, que nunca leerá esto, que la historia ya lo juzgó. Y no tiene nada que perdonarle.

martes, 15 de julio de 2008

Novedades en el frente


Ayer se hizo una reunión en el municipio con la gente de Cultura. Se nos informó que la Feria del Libro será entre el 15 y el 24 de Agosto, en el predio del ex corralón de Cipolletti (sobre calle Brentana).
Desde luego, cualquier cambio se estará notificando, pero en principio la cosa sería así.
Por otro lado, en los próximos días vamos con lo prometido la vez pasada.

miércoles, 9 de julio de 2008

Víctima del hoy


Por estos días pensaba colgar un cuento de cierto autor argentino, pero en el interín apareció otra cosa. Por eso me tomo el atrevimiento de reproducir un artículo que salió en el diario Crítica (http://www.criticadigital.com/) en su edición del 17 de Junio, con la firma de Gustavo Strejer. Dice así:

El punto y coma está en vías de extinción. Cada día es más difícil encontrarlo en libros y diarios debido a que casi nadie está completamente seguro de cómo se usa, sumado a la rapidez que impera en los textos por las nuevas tecnologías y a la influencia del inglés en nuestro idioma.

Algunos patriotas del lenguaje sostienen que se utiliza menos porque se impuso el estilo de escritura americano de Ernest Hemingway, quien dispuso la dictadura de las frases cortas y la abundancia de puntos. Otros, más ortodoxos, agregarán que autores de culto como el francés Marcel Proust, el austríaco Thomas Bernhard o el argentino Juan José Saer serían difíciles de leer sin la existencia del punto y coma.

Lo cierto es que la cultura del zapping y la velocidad de la sociedad invaden hasta el lenguaje y pareciera que sólo queda lugar para oraciones cortas que permitan saltar de una a otra, sin demasiado esfuerzo, para evitar que el lector deba profundizar en los razonamientos.

Distintos lingüistas coinciden en que la puntuación podría funcionar como una radiografía de la sociedad: a una comunidad superficial, le corresponde una puntuación sin demasiado lugar a la meditación; una sociedad de valores efímeros tendrá signos que no requieran tiempo de análisis, y un país que exalta lo fragmentario tendrá oraciones desconectadas las unas de las otras.

Para oponerse a la aniquilación, sus adeptos se pusieron firmes y lanzaron campañas en todo el mundo, y Crítica de la Argentina propuso el debate a lingüistas y escritores locales, quienes lo reivindicaron como "antimail" y "signo de la intuición", capaz de aportar "música" y "ritmo" a los textos.

"El punto y coma implica una reflexión sobre la relación que establecés entre los miembros que están puestos en la misma oración. Poner un punto y coma es decir `estoy poniendo algo que guarda una relación estrecha con lo dicho anteriormente, pero es otra idea'. Esa reflexión es antimail", señala María Marta García Negroni, investigadora del Conicet, titular de la cátedra de Corrección de Estilo de la UBA y ganadora del Premio Konex en Teoría Lingüística y Literaria.

Uno de sus enemigos más amenazantes es el uso vertiginoso que las nuevas tecnologías hacen del lenguaje. La comunicación veloz que proponen internet y el MSN generó una realidad en la que releer un texto se convirtió en un valor negativo. De esta manera, no hay tiempo para interpretar las segundas intenciones de lo que el otro dice.

Al sumarse al debate, la lingüista y coautora del libro El arte de escribir bien en español, Laura Pérgola, afirma que la tecnología determinó un uso muy escaso del lenguaje donde "se trata de economizar cuando no tenemos un idioma económico".

En el celular, habría que apretar el botón que hace desfilar los signos unas diez veces para llegar al punto y coma, y su utilización en el chat ya tomó acepciones distintas de las reglamentarias.

Sin embargo, la desaparición del punto y coma no es un fenómeno local, sino que ya se evalúa como tendencia mundial. En Francia tomaron muy en serio la guerra por su supervivencia, y un grupo de destacados intelectuales lanzó una cruzada para defender a su idioma del "enemigo que habla inglés". "Para mí, este signo es el símbolo de una república que razona de forma correcta", disparó el experto Alain Rey, autor del Diccionario Robert, uno de los más importantes del francés.


LOS DEFENSORES OPINAN. En la Argentina, aún no existe ningún espacio institucional pensado para hacer frente a esta problemática, aunque distintos blogs comenzaron la lucha posteando textos donde reclaman por el punto y coma. Algunos intelectuales locales ya lo incluyeron como un tema destacado entre sus acaloradas discusiones académicas.

Marcelo Birmajer, uno de los más prolíficos escritores argentinos contemporáneos, es taxativo: "El punto y coma es mi signo de puntuación favorito. Es fundamental" , comienza y explica que "no es un punto sino una forma de negociación entre dos ideas". "El uso del punto y coma es intuitivo, y la intuición es la forma menos mala de acceso al conocimiento. Para mí es el signo de la intuición", precisa.

Otra de las activistas a favor del punto y coma es la escritora Claudia Piñeiro, autora de las novelas Tuya y Las viudas de los jueves. Para ella, usar este signo es como manejar: si se pasa de la cuarta a la segunda, el auto marcha igual, pero hay un ruido diferente y se nota. "Tiene que ver con un ritmo que si no lo usás no es incorrecto, pero te perdés un montón de sutilezas en ese tono que vas adquiriendo en el texto. A mí me da muchísima pena que se pierda", lamenta.

Por su parte, el periodista y escritor Luis Gregorich, compilador del libro Antología universal de la poesía y Cómo leer un libro, señala que la función del punto y coma es "dar una respiración a la escritura". "Está vinculado con la música del texto. Es un matiz. Unificar todo con la coma no es bueno, le quita ritmo a la prosa", agrega.

Al momento de repartir culpas, Gregorich dice que la baja en el uso de este signo de puntuación se debe a una especie de exaltación de lo fragmentario y de lo breve en la sociedad.


LAS RAZONES DE LA DEFENSA. ¿Por qué es importante mantenerlo vivo? Según García Negroni, "existen diferencias sutiles entre signos de puntuación que no hay que perder, porque permiten construir sentido, forman parte de la comunicación y la interpretació n mutua; no son irrelevantes" .

Como antídoto a este síntoma de incomunicació n, algunos escritores sostienen que mientras más signos de puntuación existan, mejor. Jorge Luis Borges decía que era una pena que no hubiera signos para cuestiones como la indecisión.
El lingüista francés Jules Marouzeau sostuvo que los signos tipográficos subrayan las intenciones del autor y defendía la tesis de que la puntuación es no sólo la guía de lo que se dice, sino un modo de expresión en sí misma. Algunos autores intentaron, incluso, emplear una "semicoma" o una "coma interrogativa" , e inventaron nuevos signos como el "punto o signo de ironía".


PARA QUÉ SIRVE. Sin embargo, un problema que no augura un buen futuro para el punto y coma es la mala enseñanza que dan en los colegios primarios y secundarios sobre su uso. Hay docentes que no saben cuál es su función, los chicos se acostumbran a no usarlo y se vuelve difícil aprenderlo luego.

La preocupación por este problema comunicacional fue tomada en serio por el mundillo intelectual donde piensan dar una batalla sin puntos suspensivos contra los atajos del idioma que van achicando el campo de posibilidades a la hora de hablar, y dejan a las personas cercadas, con menos opciones, y al punto y coma, en vías de extinción.


Los diarios como campo de lucha.

Un relevamiento realizado por diarios nacionales, tomando la sección Política del pasado día jueves, arroja el siguiente resultado:

Clarín: utilizó seis puntos y comas.

Crítica de la Argentina: se contabilizaron siete puntos y comas.

La Nación: récord de veintitrés puntos y comas, utilizados en la mayoría de las bajadas y para separar enumeraciones complejas.


La batalla perdida entre los periodistas

Si el uso del punto y coma viene en baja entre los escritores contemporáneos, en los diarios es casi nulo. Es que este signo tiene mala prensa entre los periodistas, que prefieren evitarlo para reemplazarlo por el punto y seguido. Algunas opiniones de los profesionales.

Juan José Panno, rector de la escuela de periodismo TEA: "En los medios se tiende naturalmente a utilizar frases cortas para evitar distraer al lector. No hay nada más molesto que un punto y coma mal usado, por lo que recomiendo evitarlo, salvo en el caso de que sea necesario".

Luis Gregorich, periodista, ex director del Suplemento Cultural del diario La Opinión: "No estoy convencido de que la gente quiera sólo frases cortas. Yo uso frases largas y vinculadas entre sí, bastantes comas y algunos puntos y comas. Requiere un buen aprendizaje saber cómo y dónde usarlos".

Irene Hartmann, licenciada en Letras y correctora de la revista G7: "El punto y coma no es un tema de vida o muerte para el periodismo en notas informativas. Hay géneros más blandos dentro del periodismo donde el punto y coma puede enriquecer la escritura, como ocurre en las notas de color y en las revistas, pero es un signo olvidado y muy poco presente en el mercado de diarios".

Renata Rocco Cuzzi, titular de la cátedra Taller de Comunicación Periodística en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA: "Creo que yo debería sumarme a esta cruzada para salvar al punto y coma. No soy de utilizarlo ni tampoco tengo una normativa específica para su uso en el ámbito del periodismo. Es verdad que es un signo que enriquece la escritura, pero en lo que respecta a la escritura en mi materia, no es prioridad el hecho de que los alumnos no lo usen".

jueves, 3 de julio de 2008

Primer añito



Accidentalmente, hace un rato reparé en un detalle. Un dos de julio del 2007 sucedía ésto.
Tantas cosas que han pasado en este año (y un día) transcurrido desde entonces. Tantas que han cambiado, tantas se han ido y otras tantas que han llegado. Desde luego, es un buen momento para renovar los mejores augurios para las que vendrán.

De cualquier manera, supongo que estamos de festejo. Así que... ¡acepto regalos! jajaja.

martes, 1 de julio de 2008

Manual para ser niño


Seguramente ya conocerás mi desagrado por García Márquez. Desde luego, ni por asomo voy a pretender salpicar sus pergaminos desde este páramo mío, tan recóndito e infinitesimal. Pero tampoco por eso me plegaré ahora, después de tanto tiempo y tanta diatriba, al coro de aduladores; a fin de cuentas, muchos de ellos todavía deben creer eso de que "la historia la escriben los que ganan".

De dónde nació este rechazo, no lo sé. Supongo que la adoración empalagosa que le rendían ciertas profesoras de literatura que tuve, allá lejos y hace tiempo, ofició de germen. Con fósforos de esa calaña se encendió la mecha de esta repulsa que, de todos modos, no es obcecada ni mucho menos. La prueba está en que hoy compartiremos un texto de Márquez, recabado de una colección de documentos educativos que emitió el gobierno colombiano en 1995. Es un "manual para ser niño" que dice así.

Mientras tanto...iba a hablar de mí, pero en eso recordé mi aversión al autobombo desenfrenado. Ya vendrá el tiempo en que otro libro me obligará a salir a la luz. A la promoción. A dejar por un rato de ser "un enigma", como me dijeran una vez. Confieso que me encantó esa definición.

Por lo pronto, es todo por hoy. ¡Hasta la próxima!