lunes, 31 de enero de 2011

Vaticinio



Hablábamos de Lorca, cuya estatua en Madrid ilustra esta entrada, y su luminoso y doliente vaticinio. No sé por qué, y seguramente me equivoco, pero siempre sentí que este poema de Miguel D´Ors (Santiago de Compostela, 1946), justamente llamado "Vaticinio" y que alguna vez leímos, se refiere a él:

Le esposarán las manos por la espalda,
pero él tendrá seis años
y correrá mojado entre las altas
hierbas de su memoria.

Le cerrarán la puerta,
se callará la llave al otro lado,
y él verá los sinsontes entre los patriarcales
olmos de Baton Rouge, la via del Babuino,
las bateas azules de Cangas de Morrazo.

Le pondrán cualquier número, lo formarán en fila,
lo contarán, y él, mientras,
cabalgará cantando contra el viento
desmedido de algún acantilado.

Lo matarán y nunca se habrá muerto,
y sobre su cadáver, a pie firme,
le sonreirá a los muertos que le miren
al otro extremo de las metralletas.

miércoles, 26 de enero de 2011

Medio pan y un libro



Mientras batallo y tropiezo y chapoteo en la enjundia poética, aprovecho para compartirte un correo reciente (cortesía de Flor L.): las palabras de García Lorca al inaugurarse la biblioteca de su natal Fuente Vaqueros. Entonces, septiembre de 1931, no imaginaba que ochenta años después su discurso seguiría sangrando al sur, en este lado del mar:


"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.


Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.


No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.


Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?


¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.


Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz."

viernes, 21 de enero de 2011

Yo el pájaro y el cielo


Ya está en línea, por fin, la subpágina de Yo el pájaro y el cielo. Podés acceder a ella pulsando en la sección "Bibliografía", a la derecha de tu pantalla.


Hablando del libro, adelanto que ya está en marcha el plan para presentarlo individualmente aquí, en Cipolletti, para marzo o abril a más tardar. A medida que se vayan produciendo novedades, desde luego te las iré informando por este mismo canal.

domingo, 16 de enero de 2011

Para esta noche



Cuando el desamparo me embosque;
cuando áspera florezca la intemperie
y su sonrisa reseca juegue al granizo…
Cuando entonces, esta noche:

Quisiera
que tus ojos me acunen,
(tu pelo como una llovizna,
una tibia melodía).
Que tu piel sea marea
remolino
abismo.

martes, 11 de enero de 2011

Entretanto



Voy tanteando los filos de lo incierto, ya en los bordes de la sangre. De a ratos, rabiosa, la oscuridad martilla el ardor desnudo de mis pies: tantos charcos que olvidó la nieve; tantas púas que, brillantes, me bebieron a lengüetazos.

Así, ahora, camino. A veces sabe al malabarismo infantil sobre un cordón; otras, a un salto mortal. Entretanto, inevitable, busco revertir extravíos: un ayer, una dulce constelación, un "para siempre" que todavía palpita en algún lugar.

viernes, 7 de enero de 2011

El puño y la letra


Pensaba comentar un libro, por fin, pero hoy estas aguas revientan de témpanos. La trama no amanece, el tono se escapa como un conejo, y un imposible potaje de bruja infecta la caja de letras. Se impone un salvoconducto; será Onetti, sublimes su puño y su letra, quien lo otorgue (confieso que era una obra suya la que pensaba abordar). Reza el papel:

I.
No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.

II.
No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.

III.
No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.

IV.
No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético.

V.
No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.

VI.
No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.

VII.
No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios.

VIII.
No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?

IX.
No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.

X.
Mientan siempre.

XI.
No olviden que Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer."

Apostilla uno: Para la próxima, el comentario del libro.
Apostilla dos: Ya está en proceso la liquidación de la deuda mentada más abajo.

domingo, 2 de enero de 2011

Amanecer


Cómo habrá sido el apuro que no era el decimotercer año en el oficio de escribir sino el decimosegundo: mi profe Débora me descubrió en 1998. En fin, comenzó el nuevo año y, otra vez, vengo al reencuentro con una deuda colgada y la promesa de saldarla en el corto plazo. Pronto haré el anuncio, espero.

En el interín, el seguramente esperado derrocamiento del autobombo y un cuento de Onetti. Indomable, tan feroz como delicada, sutil y asesina, fluyendo cantarina pero enseguida volcánica, siempre abrumadora: así es su prosa. Alguna vez hablamos de La vida breve, y ahora, el refrito de uno de sus cuentos.

Amanece, y entonces te hago llegar mi deseo de éxito en la consumación de tus anhelos y también, claro que sí, de seguir viéndote llegar a este rincón, mi Jardín.