lunes, 28 de junio de 2010

Volando



Un libro es, entre tantas cosas, una paloma. Su autor lo arroja hacia arriba y entonces desencadena lo imprevisible. Mil derroteros incalculables; lugares impensados donde aterrizará como una niebla, como un otoño en las veredas, depositando ese mensaje tan nuestro y ya tan ajeno. La llegada de un elogio siempre inesperado, de un "me gustó tu libro" que viene a abolir aquellos meses perpetuos de tropezones en la nieve. Incluso las revelaciones: texturas, colores, sentidos que uno como creador jamás le imaginó, y que luego nos serán enseñados por los lectores que trajinaron esas mismas páginas pero hicieron cumbre por la otra ladera, la opuesta y soleada.

En cuanto a mí, tanto me sorprendieron los vuelos de Estrellas como ahora los primeros aleteos de mi segundo volumen. Se podría usar la palabra "repercusión", aunque en este caso nunca estalla sino que, mas bien, tiene temperamento de llovizna nocturna: así es como viene, así es como me va envolviendo.

Con alegría sentí las gotas bautismales, valiosas como lágrimas, que han venido a tocar mis párpados cerrados, mi cara hacia la luna escondida, los brazos extendidos:

Primeramente se contactó conmigo Ariel Martínez, periodista y promotor del sitio "Cipolletti es un lugar". La idea es hacer una entrevista, aunque por cuestiones de agenda apretada (suya y mía) la estamos armando vía correo electrónico. Por lo demás, si bien la página está hace tiempo en los Sitios Amigos del Jardín, quiero invitarte expresamente a que la visites. En ella respira lo nuestro, el olor a cosecha, las melodías de la Confluencia, incluso el viento que eriza al arenal. Gracias por el ofrecimiento, pero también por el amor hacia este terruño verde, ensangrentado, querido. Y por mostrar ese amor.

Luego -hace un rato para ser más exacto-, sorpresa enorme mediante, me encontré con un correo de Jorge Castañeda. Nada menos que el vencedor de las distancias abrumadoras, el juglar mágico que desde su Valcheta osó y logró llevar su poesía, voz suya y de nuestros desiertos y nuestros amaneceres blancos, a todo el mundo. No es una metáfora: entre tantísimos laureles, podemos recordar que ha sido destacado como integrante del Directorio de "Personalidades del Arte Universal", con sede en Washington; Socio de Honor del Ateneo Cultural de Buenos Aires; Miembro de Honor del “Club de Intelectuales Franceses” de París; Académico de Mérito de la Academia Internacional de Pontzen, Milán; Miembro Numerario de la Asociación Mundial de Escritores con sede en León, España; Poeta Asociado a la World Poets Society con sede en Grecia; Cónsul para la provincia de Río Negro de “Poetas del Mundo” con sede en Chile, y así podríamos seguir toda la noche.

Con enorme orgullo y sin caer del todo aún, agradezco infinitamente su gesto, lo que es decir su humildad, su sencillez, la gentileza de regalar un estímulo a un principiante. Esas cualidades lo hacen todavía más grande.

Desde luego, invito y recomiendo su página: jorgecastaneda.fullblog.com.ar

jueves, 24 de junio de 2010

El hilo en los recodos



Finalmente despertar de nuevo a la luz, entre estas malezas, como apaleado. Ha terminado un letargo subterráneo, reseco y a la postre inútil; por una de sus pocas brechas se filtraron, como sangre o como luna, estas palabras:


"Cuando trato de definir ese bien que me ha sido dado desde hace años, advierto que un privilegio semejante, por raro que sea, no puede ser único; que debe existir alguien, siquiera en el trasfondo en la aventura de un libro bien llevado o en la vida de un escritor feliz, alguien que no deje pasar la frase inexacta o floja que no cambiamos por pereza; alguien que tome por nosotros los gruesos volúmenes de los anaqueles de una biblioteca para que encontremos alguna indicación útil y que se obstine en seguir consultándolos cuando ya hayamos renunciado a ello; alguien que nos apoye, nos aliente, a veces que nos oponga algo; alguien que comparta con nosotros, con igual fervor, los goces del arte y de la vida, sus tareas siempre pesadas, jamás fáciles; alguien que no sea ni nuestra sombra, ni nuestro reflejo, ni siquiera nuestro complemento, sino alguien por sí mismo; alguien que nos deje en completa libertad y que nos obligue, sin embargo, a ser plenamente lo que somos."


(Marguerite Yourcenar, en Cuadernos de Notas a las "Memorias de Adriano")

domingo, 13 de junio de 2010

Día del Escritor



Efeméride del nacimiento de Leopoldo Lugones. Toda una rareza para nosotros, tan afectos al recuerdo en las fechas de muerte -y generalmente sólo a partir de ellas-. Dueño de un estilo frondoso y exhuberante; patriarca de la Sociedad Argentina de Escritores; emblema de la literatura nacional, por su mérito pero quizás también porque encarnó algo del sino contradictorio de nuestro ser argentino: fue fascista pero a la vez "defensor de los judíos" (como décadas después lo definiría Cozarinsky); tuvo un hijo torturador y una hija desaparecida en los setenta.

Hablamos de mérito literario: da plena fe este cuento publicado en la revista ADAMAR.
Vaya un abrazo para todos los colegas y hermanos de letras, compañeros de esta hermosa condena que es el oficio de escritor.

sábado, 12 de junio de 2010

Magia



"En ese antiguo bosque había más claros que caminos: había también prados redondos protegidos por altos robles; lagos de helechos inmóviles sobre los que planeaban ramajes frágiles y frescos como dedos de mujer; familias de árboles graves como pilastras, que se reunían para murmurar durante siglos las deliberaciones de sus hojas; estrechas ventanas de ramas que se abrían sobre un océano de verdor donde temblaban largas sombras perfumadas y los círculos de oro blanco del sol; islas encantadas de brezales rosas y ríos de aulagas; enrejados de resplandores y de tinieblas, grandes espacios naturales en donde surgían, todos temblorosos, los jóvenes pinos y los robles pueriles; camas de agujas rojizas en las que las horcaduras musgosas de los viejos árboles parecían hundirse a media pierna, nidos de ardillas y guaridas de víboras; mil estremecimientos de insectos y trinos de pájaros. Cuando hacía calor, zumbaba como un gigantesco hormiguero; y retenía, después de la lluvia, una lluvia propia, lenta, sombría, pertinaz, que caía de sus cimas y ahogaba sus hojas muertas. Tenía su respiración y su sueño; a veces roncaba, a veces callaba, mudo, sorprendido, vigilante, sin un roce de serpiente, sin un trino de curruca. ¿Qué esperaba? Nadie lo sabía. Tenía su voluntad y sus gustos: lanzaba rectas y veloces líneas de abedules, que caían como flechas; luego le daba miedo, y se detenía en un rincón, estremecido, bajo un bosquecillo de álamos temblones. También llegaba a poner un pie en el lindero, casi en la llanura, pero de inmediato retrocedía, y volvía al frío horror de sus más altos y profundos oquedales, a su centro nocturno. Toleraba la vida de los animales, y no parecía tomarla en cuenta; pero sus troncos inflexibles, resistentes, como relámpagos solidificados que brotaban de la tierra, eran hostiles a los hombres."


(fragmento de La estrella de madera, de Marcel Schwob)

martes, 8 de junio de 2010

Yo y el cielo



Hace quince o veinte días pronostiqué dos semanas. Me pasé apenas, pero qué más da. A partir de hoy, Yo el pájaro y el cielo está a la venta en Cipolletti. ¿Dónde? En la librería Manuscritos (Villegas 120 local 3). Será la única boca comercial de expendio, salvo que el Fondo Editorial Rionegrino concrete con otro negocio y entonces serían dos.

En cuanto al resto de la provincia, tengo entendido que la distribución del libro estaría comenzando, o a punto de. ¿Dónde? Excelente pregunta: del listado de librerías, aún ni noticias.

Ahora siento el renacer de algo dormido. Es la expectación de ver cómo un libro propio empieza a caminar, el dulce y feliz presagio de que tal vez mil aventuras lo esperan allá adelante.
Y ya que hablamos del libro y de presagios, te cuento que en el corto plazo probablemente haya una noticia muy, muy ruidosa...

lunes, 7 de junio de 2010

Del olvido y otros demonios



Schwob debe ser uno de los secretos mejor guardados de la literatura universal... bajo tristes candados de olvido. Aunque magistral y brillante, pierde en la comparación con otros que también murieron jóvenes y apagándose irreversiblemente (por caso Chejov; incluso Mansfield): por hache o por be ha sido confinado a una órbita remota del universo literario. Desde hace bastante las ediciones de sus libros son fósiles raros, deliciosas piezas de museo. Tal vez sea por eso que sus lectores no conformamos una legión rimbombante sino una cofradía de catacumba, "difusa" como bien dijo alguien. Toparse con otro acólito es como encontrar en la calle a un viejo conocido. Todos dimos con él por accidente, alguna casualidad que luego ya no puede olvidarse.

Leerlo es una experiencia que tiene visos místicos. Si hay una mezcla exacta de poesía y narrativa, creo con plena fe que esa es la de Schwob. Alguien cuyo nombre no recuerdo alabó esa forma única, tan suya de enlazar las palabras. Como si se frotaran. Sí, usó esa palabra: frotar.

En uno de esos libros que ya no se consiguen, Vidas imaginarias, reescribió personajes que ya en aquel tiempo bordeaban la leyenda, reviviéndolos en cierta forma, e inaugurando con ellos una mitología hecha de música y silencio. Proeza que luego repetiría, con mucho más ruido y resonancia, quien fue uno de sus principales admiradores: nuestro J. L. Borges.

Hoy, una de esas Vidas...: la de Lucrecio, Poeta.

miércoles, 2 de junio de 2010

Polvo de estrellas



"He perdido el hilo del relato. Me proponía escribir el pasaje en el que Laura y mi padre se acuestan por primera vez. Pongamos que dejé el hotel sin haber descifrado el final escrito en el capó, pero con un capítulo terminado. Ese en el que mi padre brinca en el cielo y vuelve a la tierra para regalarle a Laura una estrella. Ella termina por creer que ha encontrado a su hombre. En una carta, le dice a su hermana Yolanda:"No hay otro más gentil ni ingenioso, aunque es torpe y tímido a la hora de las galas y los entremeses". Imagino que ha querido referirse a la primera noche de cuerpos entrelazados, de homenajes postergados. Brutal en algunas caricias, tal vez mordisquero y hablador, mi padre la había deseado tanto que ya no tenía otra cosa que decirle que no fuera su felicidad: un revoleo de grupas humedecidas por el calor de la noche, algo frío que se vuelca sobre la cama, la tensión de una palabra inoportuna, el tiempo que vuela hasta el amanecer: mitad negro y mitad rojo. Cerca, alguien muere; atrás quedan, pequeñas, balbuceantes, las quimeras soñadas en playas nocturnas y la voz de Ángel Vargas que canta sin micrófono. Ella sabe cuán sola está, rendida en los brazos de un gran oso de pelaje blanco: nunca se hubiera fijado en sus pies planos, en la leve malformación de la cadera si él no se hubiera parado sobre una mesa del balcón a hacer la cuenta de astros silentes y meteoros a la deriva. No es un romántico a la violeta sino un filibustero exhuberante. Bajaba una estrella, la ponía en una bandeja y la rociaba con polvo de oro. Cuando la servía ya no era una estrella, aunque latía como un corazón recién arrancado."


(fragmento de La hora sin sombra, de Osvaldo Soriano)