jueves, 5 de julio de 2007

Cuentas pendientes

Hora de justificar el "sueldo", ja.

Mejor dicho, de saldar las deudas. En primera instancia, estaba debiendo el comentario final de la Feria del Libro, concluida hace poco más de dos semanas aquí en Cipolletti. Creo que la evolución respecto a ediciones anteriores resulta franca a todas luces, ya sea que hablemos del número de stands, cantidad de ponencias, visitantes, espacio físico, etc. Es de esperar que esta edición todavía fresca sirva como plataforma de crecimiento, que sea piso y no techo. Sería un error dar un paso atrás o al costado ahora, cuando la comunidad regional ya adoptó a la Feria como propia (alrededor de 9.000 personas la visitaron según el diario Río Negro). Desde mi lugar de humilde participante de la misma, queria agradecer a la comunidad que con su presencia y respuesta hace posible este espacio tan valioso para los autores, y desde luego también a la gente que organiza y pone el hombro para concretarla. A todos: ¡gracias!.


Por otra parte, quedaba pendiente una referencia a "Balada del pato encadenado", el cuento que linkeara desde el anteúltimo posteo del viejo Jardín de Bolsillo. La historia del relato tiene raíces curiosas y algo antiguas. En su muy recomendable libro "Vuelta de página" (un compendio de sus crónicas y editoriales, tanto gráficas como radiales), Lanata comenta sobre un diario francés muy particular, "Le Canard Enchaine" ("El Pato Encadenado", según mi traducción de entrecasa). Fue Osvaldo Soriano quien le comentó sobre su existencia, y enseguida sobre su peculiar actitud editorial: despedir a todo aquel periodista que gane un premio, voluntaria o involuntariamente. Como mínimo es llamativo en estos tiempos de periodismo mendigo de coherencia, lacayo de "multimedios" mercenarios.

Para lo que hace al relato de marras y salvando la redundancia, a esa idea se le encadenó un potencial conflicto. Nada menos que el remanido duelo entre deber y querer.
En el ámbito de ese diario parisino real fue que encajé el enfrentamiento de la tradición instaurada por el patriarca fundador, con la contraparte emotiva que penaba el actual director. Ahora que lo pienso (porque antes ni se me ocurrió), quizás fue un poquito cruel de mi parte cargar todo el peso de esa disyuntiva milenaria sobre las espaldas desgastadas del anciano, mientras su joven coprotagonista se la llevaba bien de arriba. Además, también cuenta su dramática situación familiar, puesta con toda la mala intención posible. No niego que mi propósito fue empujar al anciano hacia sus límites, en pos de darle dramatismo al relato.
Si estás pensándome en términos de despotismo maquiavélico, recordemos juntos las palabras del insigne William Faulkner: un escritor (pichón de, en este caso) tiene que ser capaz de todo, incluso robarle a su madre, si de ello depende su creación. Sin pretender llegar a los extremos que sugiere el maestro, no está mal arrastrar un poco por las piedras a un personaje, ¿no?. Seguramente sufrió bastante, sí, pero creo que así le regaló drama y tensión al relato. Y de paso conservó su vida, detalle que don Bertrand debería agradecer si considera mi ya tradicional tendencia homicida respecto a los personajes que participan de mis cuentos.

Por último, en lo atinente al comentario que hizo la gente de ElEscriba, debo hacer un alegato de justificación. Realmente no era muy consciente de las condiciones del Pulitzer, sólo tenía en mente su prestigio. Si a eso le sumamos la carrera contra el tiempo, la pereza de buscar qué premios se conceden al periodismo europeo, y algún otro obstáculo que seguro estoy soslayando, tenemos que un periodista francés gana el Pulitzer por su trabajo en tierra gala. Y después dicen que los yanquis miran nada más que su propio ombligo jejeje.

Creo que he dedicado más lineas a mí mismo que las que supe consagrar a Soriano y a otros próceres (ver blog viejo), por lo que urge terminar este delirio de autoestima.


La próxima les dejo algún cuento. Quizás alguno de los que leí hoy, unos de Lovecraft que la rompen. O quizás no, quién sabe.

Pronto lo sabremos.

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