martes, 30 de noviembre de 2010

Al otro lado



Atardecer de noviembre, y acá las malezas ya raspan la cintura. Finaliza este mes extraño, espeso, trajinado, y se impone un comentario sobre la reciente Feria Patagónica de Escritores, hace pocos días en Neuquén.

Seré breve, imposición de este tiempo de nausea y zarandeo. No presenté Yo el pájaro y el cielo: viernes a las 3 de la tarde, me dijeron. Impracticable desde todo punto de vista. Entonces, y extensivo a todo el evento, hubo muy poca gente, consecuencia de la tal vez poca y tardía publicidad. El lugar era amplio y cómodo, pero un poco lejos.

En definitiva, críticas (constructivas) al margen, lo importante es que se hizo, y con un plusvalor determinante: se priorizó a los escritores por sobre otras subespecies del mundo literario (por ejemplo, los libreros... mejor dicho, ciertos libreros; excluyo a los de raza, los de la vieja escuela, hoy lamentablemente en vías de extinción). Un detalle que, por ejemplo, hace rato se le viene escapando a nuestra bendita y carcomida Feria del Libro cipoleña.

Por esa justicia, gracias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincido: un lugar alejado y sin publicidad, es difícil que la gente se acerque. Más allá de todo, rescatar que fue la primera y apostar a que la próxima sea mejor. Estos encuentros no dejan de ser buenas oportunidades para conocer otros escritores.

Abrazo

Matías dijo...

Exacto!
vale la iniciativa de arrancar con algo que, estoy seguro, hace mucho tiempo que se venía anhelando.

abrazo