sábado, 22 de agosto de 2009

Algo de mí para ti


A la hora de hacer regalos, solía enfrentarme con un dilema. Desde siempre me caractericé por lo raquítico de mi criterio para elegirlos. Hay gente que es original, que sabe gambetear con elegancia y efectividad el desabrido lugar común de las billeteras, y que se descuelga con sorpresas de tremendo efecto: misteriosamente, aciertan con los gustos profundos del agasajado. Y también hay gente, entre los que me incluía, que se empantana sin solución y termina cayéndole al allegado con un presente impersonal: portadocumentos, cinturones, bufandas...

Seguro notaste que conjugué en pasado. No fue accidente: hoy, si bien regalo siempre lo mismo, ya no es lo que era. ¿De qué se trata? Otro beneficio más de la literatura (y van...): ¡regalar libros!

No recuerdo bien el momento exacto en que adopté esta postura, tan inexorable como invariable. Tengo un par de justificaciones: la primera, que es la declamada y la más "filosófica", refiere a mi propia adicción a la literatura; la segunda, práctica y extraoficial, es el ahorro de la indecisión y la búsqueda infructuosa por la demasiada amplitud de opciones y el criterio estrecho; y la tercera, pero no por eso menos importante, merece un aparte.

¿Cuántas utilidades tiene un libro? ¿Te animás a contar? Intentemos, en orden caótico: pasatiempo, reflexión, ejercicio mental, bálsamo terapéutico, flameo de emociones, compañía, masaje a la imaginación, y así podríamos seguir un rato largo. Incluso, una vez escuché otra, más que polémica: agotados todos los recursos, un libro puede servir también para calentar e iluminar, sí, hecho fuego. Por el otro lado, ¿cuántas utilidades tiene una botella de bebida espirituosa?, ¿cuántas un control remoto?, ¿cuántas un encendedor glamoroso? Tal vez más de una, claro, pero entonces reparemos en la diversidad, la profundidad, la vitalidad. La calidad, en definitiva.

¿Siempre, siempre? Sin dudas. Obviamente, intento por todos los medios que el título concuerde con los gustos y preferencias de la persona de marras. Pero las tapas de un libro serán nuestra cárcel. Así que si sos allegado/a, ya estás sobre aviso.

2 comentarios:

José Luis López Recio dijo...

Me encanta que me regalen libros, así quesi tus allegados tienen mis gustos, acertarás. pero cuidado, no todos los libros sirven para todas las personas.
Un abrazo.

Matías dijo...

pregunta: ¿cuál sería el sentido del "servir" en tu afirmación?
gracias por comentar

un abrazo