sábado, 7 de junio de 2008

"Defina ironía"


Así decía alguien en una película mala. Sin dudas, la mejor respuesta podría darla Groucho Marx, aquel comediante norteamericano de míticos bigote y lentes redondos que, junto a sus hermanos, deleitó durante décadas con brillantes ocurrencias. Sí, el mismo que al toparse con la rutilante Greta Garbo en un ascensor de la MGM y ante la indiferencia fatal de la diva, le levantó un ala del sombrero y dijo "disculpe señora, la confundí con un tipo que conocí en Pittsburg".
Algunas de sus frases memorables:

"Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo."

"Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado."

"Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…"

"Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína."

"Detrás de un gran hombre hay una gran mujer y detrás de ésta su esposa."

"Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros."

"El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio, si puedes simular eso, lo has conseguido."

"¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú."

"Cuando muera quiero que me incineren y que el diez por ciento de mis cenizas sean vertidas sobre mi empresario."

"He tenido una noche absolutamente maravillosa. Pero no ha sido ésta."

"Todavía no sé qué me vas a preguntar, pero me opongo."

"¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?"

"La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados."

"Nunca olvido una cara pero con la suya voy a hacer una excepción."

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