sábado, 3 de mayo de 2008

"El Arbol del Coraje"


Sí, sí, sí. Hoy saldaremos cuentas. Pero primero, quería comentar otras cosas, ilustradas por la pintura de Romanie.

En el Río Negro de hoy vi una noticia emocionante. Un artista plástico regional, Alejandro Peláez, inaugura en Cipolletti "Los ojos del mundo", una galería con más de 2000 obras, entre propias y originales concesionados de Berni, Quinquela, y un distinguido etcétera. Emociona el coraje de este hombre, el atrevimiento de renunciar a los pies estancados en la tierra gris para volar a por las estrellas.
Sin dudas, una iniciativa muy loable que amerita todo el apoyo como retribución al artista que se la juega por nuestra comunidad. Para leer la nota completa, click acá.

Y ya que hablamos de valor, quiero hacer referencia a un comentario que apareció anteayer en uno de los posteos anteriores. Comparto un fragmento: "Llegue a tu jardin buscando simplemente por blogs de Cipolletti. Porque Cipolletti? Porque ahi vive el hombre que amo. Y antes que sea demasiado tarde tome la decision de dejar todo (que es mucho y nada a la vez) para irme a donde ya esta mi corazon". Habla por sí solo, ¿verdad?.

Mas allá de que a su autora, Ally, ya respondí allá abajo, a ella quiero "hablarle" acá también. Quien sabe, tal vez regreses a este jardín, en cuyo caso me gustaría que leyeras mis palabras: Tu valentía conmueve. Emociona. Moviliza. Es ejemplo luminoso el que brinda tu decisión de vida. Realmente, deseo que estas queridas callecitas te vean pasar muy feliz, de la mano con tu amado.
Te cuento (a vos y a todos los que dejan sus rastros en este jardín) que esto de mantener un blog no es tan sencillo como parece. Absorbe tiempo y energías, insume horas y esfuerzos. Porque a traves de él quiero dar lo mejor de mí. Quiero que mi jardín esté siempre reluciente, siempre con mil colores danzarines. Creo que es lo menos que merece tu compañía fiel, lector/a al que quizás nunca conoceré.
Y entonces, cuando encuentro un mensaje así, en que una persona que no conozco ni me conoce se detiene, abre su corazón y lo deposita suavemente en algún cáliz de este jardín, es cuando pienso y siento a este espacio y sus sacrificios como totalmente justificados.
Porque más allá de las lecturas, la magia de este papel de jardinero está en descubrir tus huellas en los pétalos, en adivinar tu presencia. En encontrarnos a la distancia. Con los ojos cerrados. Para vos, amiga Ally, mis mejores augurios y miles de gracias. Y como bien te decía, desde ya ¡bienvenida al pago!.


Habiendo hecho mención a esa última palabrita, ahora es momento.
Hoy en día la palabra "vampiro" nos dibuja a un príncipe de las tinieblas vestido de lujo y capa larga; muy lejos queda la concepción monstruosa y deforme que se tenía en siglos pasados sobre estas criaturas. El responsable de esto fue John William Polidori.

En el viejo Jardín leíamos:

"Viajemos a la Londres de 1795, lugar y fecha del nacimiento de nuestro protagonista. John William Polidori, tal como lo bautizó su padre Gaetano, mostró desde chico una dicotomía que a la postre sería el germen de su destrucción. Ciencia y arte, mundos polares. Para saciar la primera, estudió medicina en la universidad de Edimburgo, donde se graduó a los diecinueve años. Doce meses después, obtuvo su doctorado con un trabajo sobre sonambulismo, un reflejo de su efervescente interés artístico. Con este panorama, no pudo menos que sentir el cielo en las manos cuando algo muy parecido a un sueño golpeó a su puerta. Era el ya legendario Lord Byron, quien lo invitaba a un viaje por Europa.

Para ese entonces, Byron ya era toda una figura literaria. Y esa fama no sólo se debía a su poesía deslumbrante, sino también a su vida de exceso y desenfreno. Adicto al opio y seductor consumado, escandalizaba a la estructurada y rígida sociedad inglesa con sus liberalidades. Sus modos excéntricos, casi de vedette, también sumaban a la causa. Era como un monje negro de la literatura, brillante y perverso, que sacudía los cimientos de las ciudades con el solo rumor de su arribo. De hecho, aquel viaje obedecía a la voluntad de Byron de salir por un tiempo de la Britania, tras conocerse el afiebrado romance que sostuvo con su propia hermana.

Sin embargo, para cualquier joven escriba una invitación de este calibre era una oportunidad grandiosa, y un entusiasmado Polidori así lo entendió. De esa manera, en 1816 ambos partieron en su periplo por el continente.

Pronto descubrieron que ambas personalidades eran una mezcla imposible. Opacado en el carácter y aventajado en talento por Byron, Polidori empezó a imitarlo en un afán de igualarse. Fue el primer error, pero no el último. Su mise en scene sirvió nada más que para fogonear el desprecio y la afiladísima ironía de Byron. De hecho, el Lord llegó a decir que si su médico se tirara por la borda, él "arrojaría una paja al agua para ver si es verdad que los ahogados se aferran a cualquier cosa".

Y mientras Byron se divertía a costa de sus propias extravagancias y Polidori se intoxicaba con tanta burla, llegaron a Villa Diodati. En ese lugar, a orillas del lago Leman (Suiza) se encontraron con Percy Bysshe Shelley y su flamante esposa Mary, además de Claire Clarmont, una antigua amante del Lord. Allí hicieron base por un tiempo, para compartir una serie de veladas que se consumieron entre opio y relatos fantasmagóricos. Hasta que en una tormentosa noche de junio de 1816 sucedió el punto de inflexión, el principio del fin. Fue Lord Byron quien propuso el desafío de escribir relatos de terror. Quiso la casualidad (o causalidad) que sólo emergieran victoriosos Mary Shelley y "el pobre Polidori", tal como ella lo llamaba, entre misericorde y apenada.

Mary alumbró al mítico "Frankenstein", mientras que el médico escribió un cuento titulado "El vampiro", que finalizó en 1819. Se trata de un relato cuyas consecuencias llegan hasta la actualidad. Porque hasta ese entonces, los vampiros eran conceptualizados como monstruos grotescos y salvajes. Es con la obra de Polidori que nace el vampiro sofisticado, misterioso, el Drácula principesco de capa larga que hoy todos conocemos.

No todo termina acá. El personaje central del cuento es Lord Ruthven, un vampiro alto y afilado, frío, enigmático. Un refinado encantador de damas de la alta sociedad, quienes sucumben sin remedio ante sus modos elegantes primero y bajo sus colmillos después. Pero queda un detalle en el tintero: Lord Ruthven era el nombre con el que una ex amante despechada llamó en sus memorias... al propio Lord Byron.

"El vampiro" no fue otra cosa que el grito de hastío y desesperación de su autor. El estertor eléctrico de la asfixia inminente. La explosión de un hombre exasperado que, alimentado por un rencor que lo quemaba y vampirizado por su mentor, fraguó su mejor obra como si de una espada vengadora se tratara. Fue la cumbre creativa del médico angloitaliano, y por sus laderas se desbarrancó"

¿Cómo sigue la historia?. Clickeando acá.

Continuará...

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