miércoles, 7 de marzo de 2012

Té para dos



(viene de la entrada anterior)
Presencié el ingreso de ambos, artificioso, ceremonial. Inevitable una sonrisa ante el espectáculo. Él gris, ella puro rojo; ceniza y fuego.
Así que ése es Oliverio, pensé mientras le sostenía la mirada. Tanto se habla de él, tantas cosas contó mi hermana: Que volvió locos a todos en París, que los poetas franceses se rindieron a él y le tributaron adoración. Si sus versos son como sus ojos…
Noté que se miraron, sentí el cómo. Intenté distraerme en la búsqueda de asientos para nosotros dos, pero fue infructuoso. Sólo había un par de sillas, en una inquietante vecindad con el otro.
Destino sagrado el que conjuró a los comensales para que los únicos resquicios estuvieran cerca mío, que fueran la trampa tentadora hacia la cual se acercaron, ella delante y él, como arrastrado por esa mano delgada y firme, detrás. Mágicamente, la audiencia circular de mis aventuras parisinas ya no era más que un murmullo.
Jorge Luis y yo debimos sentarnos cerca de él…
Tiesa, encendida, un poco ausente, en eso se había transfigurado mi Freya.
Un aleteo inquietante y dulzón sobre nosotros. Su mano, fina y roja y recién firme, resultó una mariposa sobre la mesa, en busca de una copa.
Tan torpe como nerviosa volqué una botella de vino tinto. Él se paró y dijo:
- Parece que va a correr sangre entre nosotros – y hundí mis ojos en esos grandes, avellanados, que me miraban desde abajo, sentada junto a su viudo gris ahora tan lejano.

(continuará...)

4 comentarios:

silvia zappia dijo...

qué interesante historia!
lo imagino a oliverio, con su gran voz...


beso*

Elizabeth dijo...

Eres "viento en las venas de las cosas". Tu alma nos rompe con tal de deshacerse. Besos.

Luna dijo...

Un aleteo, sí, eso mismo leyendo.
Pensé mejor leer las dos últimas partes juntas...

Matías dijo...

Rayuela: y fue real, eso es lo más sorprendente (y escalofriante también).

Elizabeth: gracias por tus palabras! beso

Luna: Y no es mala idea. Como lector creo que lo hubiera considerado. Tal vez, eso sí, me hubieran truncado la intención la ansiedad y la curiosidad jeje. besos