domingo, 29 de enero de 2012

Una sombra ya pronto serás



Quince años ya. La cifra otrora emblemática para las señoritas (hoy bastante desvirtuada, entre inverosímiles implantes mamarios y la posmodernísima labilidad de tantos, demasiados progenitores). Disgresiones de cuasi mal gusto aparte, es el decimoquinto aniversario de la muerte temprana de Osvaldo Soriano. Esperablemente, hoy relampaguearán innumerables artículos, reseñas, opúsculos, que vendrán a recordarlo. Ésta entrada incluida, claro. Debe ser nuestra inveterada y argentina fascinación por las necrológicas, y estuve a punto de escribir "morbo".

¿Qué decir, sin repetir y sin soplar? Allegados, cronistas, comedidos, todos han hablado de la trashumancia que empujó a Soriano por provincias varias y por Europa también; su nocturnidad a ultranza; esa amistad tan suya con los gatos (y tal vez de ellos haya aprendido la agilidad infalible en cualquier cornisa y el zarpazo sin error que caracterizan a su estilo); el pucho infaltable y a la postre determinante; la ternura en cada evocación, sobre todo de su propia infancia, cuando batallaba en canchas perdidas contra defensores bravos y arqueros veteranos, con el único imperativo del gol y sus sueños de fútbol... sin imaginar todavía que muchos años después tendría que soportar patadas similares, pero muy superiores en deslealtad: las de la cátedra más fanática y cerrada, esa crítica que -seguramente envidiosa- nunca le perdonó ni su éxito ni el cariño que le dispensaban sus legiones de lectores y, también, muchos escritores consagrados que lo consideraban genuinamente como un par.
 
Mencioné su trashumancia. Ya es sabido que pasó años de su juventud en esta ciudad, Cipolletti: él mismo lo confesó a repetición, en varios cuentos y relatos que llevaron nuestro pago chico al país y al mundo, antes de que este lugar se popularizara tristemente como "la ciudad de los triples crímenes". Se lo hemos pagado con olvido, con desidia, con el robo de la plaqueta que lo recordaba en el patio de lo que fuera su casa, actualmente la oficina de Aguas Rionegrinas. Plaqueta que nunca fue repuesta, claro, y dejó huérfana, tosca, indescifrable para los incautos, a esa estructura de cemento que la sostenía. Sin embargo, contra todo y contra todos, su peral continúa en pie y "sigue dando peras".    



P.D: Devolveré todas las firmas pendientes en el cortísimo plazo, ¡lo prometo!

11 comentarios:

Unknown dijo...

Tudo passa rapidamente e logo todo o mundo se esquece destas tragédias e das suas origens.

Antes olhávamos para os nossos erros como lições de vida e o propósito de nunca mais os repetir.

Hoje tudo muda e nada permanece

Nela dijo...

Todo un placer haberte encontrado. Ya tienes una nueva seguidora. Con tu permiso volveré.
Besos
Nela

Crista de Arco dijo...

Osvaldo Soriano. También soy nocturna, no puedo evitarlo.
Gracias Matías por este recuerdo ~

Un beso o 2 #

Marina Filgueira dijo...

¡Hola Matías!!!


No conocía este excelente escritor.
Sentí el deseo de pasarme por este rincón y, me encuentro con esta entrada preciosa: homenaje a Osvaldo Soriano.
Entonces decidí ver un poco su biografía y me quedé prendada de su gran trayectoria. Tiene libros muy bonitos que me gustaría leer, veré por aquí, haber si encuentro alguno.
Te dejo mi gratitud y mi estima. Un beso y también me quedo por aquí con tu permiso. Se muy feliz.

silvia zappia dijo...

leo "mi rosebud" sin cansarme...en mis talleres, con mis amigos, sola.

aquí, en mar del plata, su lugar de nacimiento, la biblioteca municipal y centro cultural lleva su nombre, aunque mucha gente no sepa quién es...

recuerdo un cuento, una historia de las andanzas con su padre en bicicleta por el bosque de peralta ramos. fue publicado en página/12,osvaldo aún vivía; yo corté la hoja y la guardé...tan bien, que no la encuentro. si tenés ese cuento, te agradecería una copia.

abrazos*

Anónimo dijo...

Gracias por el recuerdo de Osvaldo, todo un referente, una hoja de ruta a la que debemos echarle mano de tanto en tanto.

Y sí, es una pena el olvido en el propio Cipolletti, pero, lamentablemente, parece una costumbre argentina esta de olvidarnos de los que nos han dado tanto.

Abrazo

Juan Enrique Vicuña dijo...

No lo he leído, pero ahora lo tendré en cuenta. Saludos.

Luna dijo...

Y si, "la memoria lo agiganta todo". Más a alguien como Soriano y toda su obra. Tal vez parece que el olvido gana terreno, pero no. Hay y habrá quienes que "...contra todo y contra todos..." mantendrán su recuerdo.

Saludo enorme, Matías.

Matías dijo...

Luis: Así es, tal cual decís. Gracias por pasar. Un abrazo grande!

Nela: Siempre bienvenida en mi jardín, gracias! Un beso.

Eleanor: Viejo vicio de los escritores, la nocturnidad. Gracias. Beso!

Marina: He leído un par, recomiendo especialmente "La hora sin sombra" (su última novela), y "Cuentos de los años felices". Pronto subiré algo más. En www.literatura.org hay algunos cuentos suyos online. Gracias por pasar, siempre bienvenida en mi jardín. Besos!

Rayuela: Paradójico que algunos marplatenses no lo conozcan. Ni hablar acá, en Cipolletti, o en otras ciudades donde también vivió. No conocía ese cuento que me mencionás, aunque la sola descripción me da ganas de leerlo. Voy a rastrear de todos modos, en caso de cualquier novedad te lo haré saber! Recordás más o menos cómo se llamaba el cuentico? Besos.

Horacio: De nada, y es cierto, es otro de esos maestros que, cada vez que abrevamos en sus páginas, nos enseña algo nuevo y es por eso que (como bien decís) hay que visitarlo de nuevo cada tanto. Un abrazo.

xixe: Totalmente recomendable, Osvaldo. Especialmente, "la hora sin sombra" y "cuentos de los años felices". Un abrazo.

Luna: TOdos los que hemos leído algo suyo lo recordaremos por siempre, de eso estoy seguro. Beso!

silvia zappia dijo...

matías...no puedo ni ahí acordarme del nombre del cuento...lo rastreé por toda la red, y no hubo caso.
lo único que sé, es que iba a formar parte de "los cuentos de los años felices", pero al final no entró.
fue contratapa de página 12, antes de la muerte de osvaldo, seguro. el cuento relataba una tarde de bicis en el bosque de peralta ramos, osvaldo chiquito, asustado del "lobo feroz" que su padre le decía acechaba tras los pinos. me da una pena haberlo perdido!
cualquier encuentro, nos avisamos!

abrazos, y gracias*

Matías dijo...

Pinta muy prometedor, se me antoja leerlo. Ojalá podamos hallarlo! :)

besos