martes, 24 de enero de 2012

Tierra de nadie



En 1937 empezó un intercambio de cartas por entonces intrascendente para las masas. De un lado, el celebrado crítico y plástico Julio Payró; del otro un joven escritor uruguayo, inédito, aún ignoto pero evidentemente predestinado desde siempre para la magia y la Historia: un tal Juan Carlos Onetti. En algún punto entre las dos décadas que duró la correspondencia, entreveradas en una carta, Onetti envió las siguientes líneas a su amigo. Espiemos:


"(...) A mi provecta edad es creíble que jóvenes y no tanto me pregunten, por caminos que suponen desviados y astutos, "cómo hay que escribir". (En general, mienten, ya traen la intocable obra maestra bajo el sobaco). Como soy paciente y -usted recordará- muy bien educado, digo no joder con pavadas, aconsejo escribir como y que salga del forro del estómago. Pero es difícil: difícil el estado de pureza y desnudez, el total abandono. Y sin embargo uno lo hace sin esfuerzo cada vez que se enamora para siempre.


Bueno, para vacaciones charlé bastante. Pero no me despido sin decirle que sería una buena receta el retorno al alfa y al abc. Mas el suscrito descree de la validez de todo propósito en materia literaria. Adoquinan plausiblemente los caminos diversos que llevan al limbo. Estoy seguro que sentiría de inmediato un suave olor a farsa y a podrido en la obra de cualquiera que se levantara un mediodía (seamos tolerantes) con la implacable resolución de hacer una literatura tan simple como la simpleza. No, no hay recetas y se me acaba la hoja. Lo único que se puede hacer es entregarse; sin miedo a usar figurines pasados de moda, sin miedo a la cursilería, al melodrama, a la pasajera incomprensión.


Un abrazo y exijo carta. Tengo que ir a Baires, no sé cuándo y entonces nos hartaremos de meditaciones o tomaremos alguna botella en silencio. Porque usted está muy unido a mi pasado y éste es el motivo de mi pereza epistolar. ¿Se entiende?


Onetti


(fragmento del libro Juan Carlos Onetti. Cartas de un joven escritor, compilado por Hugo J. Verani)

6 comentarios:

Luna dijo...

Leí por ahí que Onetti sólo escribió tres poemas.
Leyendo esta carta, me parecío que se enamoró muchas veces para siempre, tantas como sus obras.

Saludo enorme, Matías.

Crista de Arco dijo...

lo único que se puede hacer es entregarse; sin miedo a usar figurines pasados de moda, sin miedo a la cursilería, al melodrama, a la pasajera incomprensión.

Sólo de la entrega total, se puede alcanzar un chiquito por más mínimo que sea, de lo que aspiramos.

Un beso o 2 #

Pepa Barragán dijo...

Sabias palabras, lo importante es no cansarse y quedarse en el camino, que para más "inri" no acaba nunca He llegado a tu blog por casualidad pero me quedo con mucho gusto.Un abrazo.

Anónimo dijo...

Es cierto, sólo nos queda la entrega, escribir desde la piel, sin florituras ni pedanterías baratas.

Abrazo grande

Byron C dijo...

Consejo que nunca nos cansaremos de escuchar,y es que "escribe como quieras,pero más como sientas" nos acompañará siempre.
Y digo yo,razón tiene,y bastante.

Matías dijo...

Luna: Creo que leí algo parecido en alguna parte. Y sin embargo, su prosa huele tanto a poesía en mil pasajes...
besos!

Eleanor: Y creo que es así en cada orden de la vida. Besos!

Pepi: Persistir en el oficio, claro. Bien sabemos que no hay salida de esto de las letras. Siempre bienvenida en mi jardín. besos!

Horacio: Exacto. Y más abajo también: Escribir con el corazón en la mano, sus convulsiones contra las palmas, su sangre (oh, trillada imagen) lloviznando sobre los renglones. Un abrazo.

Byron: Muy sabio consejo, desde que escribir sin sentir destila un indisimulable olor a falta de autenticidad. Un abrazo.