viernes, 4 de noviembre de 2011

Deriva




Tiempos de misteriosa, inexplicable, desesperante falta de tiempos. Y en el interín del caos y los gruñidos de las rajaduras, un impulso de esos irrefrenables brota como una luz entre las rendijas. Una sed: volver a algunas páginas. Ciertas páginas. Y sumergirse en su frescura clara, casi de deshielo; y rendirles el cuerpo roto a su cauce para que se lo lleve como un secreto, dibujando espirales mansas. Páginas como éstas:

 
"Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí, como antes lo preguntó a otras personas. Envía sus versos a las revistas literarias, los compara con otros versos, y siente inquietud cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos poéticos. Pues bien -ya que me permite darle consejo- he de rogarle que renuncie a todo eso. Está usted mirando hacia fuera, y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si ese móvil extiende sus raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuere permitido escribir. Ante todo, esto: pregúntese en la hora más callada de su noche: "¿Debo yo escribir?" Vaya cavando y ahondando, en busca de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro de tan seria pregunta con un "Si debo" firme y sencillo, entonces, conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida. Que hasta en su hora de menor interés y de menor importancia, debe llegar a ser signo y testimonio de ese apremiante impulso. Acérquese a la naturaleza e intente decir, cual si fuese el primer hombre, lo que ve y siente y ama y pierde. No escriba versos de amor. Rehuya, al principio, formas y temas demasiado corrientes: son los más difíciles. Pues se necesita una fuerza muy grande y muy madura para poder dar de sí algo propio ahí donde existe ya multitud de buenos y, en parte, brillantes legados. Por esto, líbrese de los motivos de índole general. Recurra a los que cada día le ofrece su propia vida. Describa sus tristezas y sus anhelos, sus pensamientos fugaces y su fe en algo bello; y dígalo todo con íntima, callada y humilde sinceridad. Valiéndose, para expresarse, de las cosas que lo rodean. De las imágenes que pueblan sus sueños. Y de todo cuanto vive en el recuerdo.
Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza. Ni hay tampoco lugar alguno que le parezca pobre o le sea indiferente. Y aun cuando usted se hallara en una cárcel, cuyas paredes no dejasen trascender hasta sus sentidos ninguno de los ruidos del mundo, ¿no le quedaría todavía su infancia, esa riqueza preciosa y regia, ese camarín que guarda los tesoros del recuerdo? Vuelva su atenciónhacia ella. Intente hacer resurgir las inmersas sensaciones de ese vasto pasado. Así verá cómo su personalidad se afirma, cómo se ensancha su soledad convirtiéndose en penumbrosa morada, mientras discurre muy lejos el estrépito de los demás. Y si de este volverse hacia dentro, si de este sumergirse en su propio mundo, brotan luego unos versos, entonces ya no se le ocurrirá preguntar a nadie si son buenos. Tampoco procurará que las revistas se interesen por sus trabajos. Pues verá en ellos su más preciada y natural riqueza: trozo y voz de su propia vida."


 
(fragmento de Cartas a un joven poeta, de Rainer Maria Rilke)

11 comentarios:

Noelia Palma dijo...

Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas.

gracias

MUCHITA dijo...

Me gusto mucho.
Gracias por compartirlo.

Besos mil.

Luna dijo...

Imagino que los poetas son seres especiales a los que les brotan versos como flores a un jazmín.

Me gusta la palabra que usaste para este post. Es misteriosa.

Saludos muchos, Matías. Buen finde.

(Dónde estarán los poemas de Matías...)

Eleanor Smith # dijo...

Gracias siempre por compartir estas maravillas, Matías ~

Un beso o 2 #

P MPilaR dijo...

Los poetas, raza no sujeta a extinción..., se fraguan a sí mismos como hierro en la forja .
Este fragmento de R.Maria Rilke pone de manifiesto el espíritu inacabable de creación.
Gracias, Matías, por prestarnos tan buenos escritos.
Un abrazo

Ricardo Miñana dijo...

Hola Matías, muy bonito el texto y preciosa imagen.
un placer pasar a saludarte.
feliz semana.

JValentina dijo...

Hola Matias,
siempre es un placer leer tus escritos..!!
Razonando y pensando en si mismo..si su vida es pobre o indiferente..!!
Un abrazo

Scarlet2807 dijo...

Muy bueno, pero me hago la misma pregunta de otra comentarista...
¿Donde están tus poemas?
Besitos en el alma
Scarlet2807

Matías dijo...

Noelia: De nada! Muy sabio Rilke, realmente.

Muchita: El libro entero es corto y precioso, lleno de luz. Se consigue por internet, en .pdf. Si no avisame y te lo mando, yo lo tengo. BEsote.

Luna: Creo lo mismo, que los poetas son una especie especial, extraña, poderosa. Mis poemas? Digamos que no estoy incluido dentro de esa especie, peeero... jeje. Besos!

Eleanor: De nada! Gracias a vos y al resto por acompañarme :). besote!

Pilar: Exactas y sabias palabras! Lucen la misma justeza brillante de Rilke. Saludos!

Ricardo: El gusto y el placer son mios! Gracias. Un abrazo.

JValentina: Se agradece el concepto :). Besos y gracias!

Scarlet: Jeje bueno, ante la insistencia... ahora mismo daré una señal! besos.

Lía dijo...

Delicioso..

Suscribo por completo tus razonamientos.

Un abrazo!

Matías dijo...

Digamos entonces que suscribimos los pensamientos de Rilke ;)

besote. Gracias por pasar