lunes, 9 de agosto de 2010

Veintiuno y otras yerbas



Día agridulce. Primero, la definición de una posibilidad anhelada que veníamos planeando con Silvia y Pablo (Rodríguez y Tolosa, poesía y cuento, respectivamente): repetir el formato de presentaciones conjuntas de nuestros libros, tal como en la Feria de Buenos Aires. Ahora iba a ser el próximo domingo 15, en El Bolsón. Un lugar que hace tiempo me llama desde la distancia. Con libros y amigos de letras de por medio, la oportunidad era inmejorable.

De arranque pintaba algo complicado, malditas cuestiones de rutina y del "mundo real". Pero no imposible, y venía piloteando más que bien a la tormenta. Resulta que en los mismos umbrales del "sí, voy", se conjugaron fatalmente un imponderable laboral y una estrecha, odiosa incompatibilidad horaria entre presentación y colectivo de regreso. Resultado: mi ausencia. De cuerpo presente nada más, claro, porque en el afecto y la hermandad de las letras estaré con ambos cuando se sienten de cara al auditorio lleno, su gente, y el dulce crujido de los libros abriéndose sea el preludio para la magia.

Aquí y ahora quedan en pie dos posibilidades más, ambas en la primera quincena de septiembre: General Conesa el 4, y la Feria del Libro de Beltrán el 11. Respecto a mí, la cosa sigue encadenada, esta vez a otro amo, también implacable: una todavía indeterminada fecha de calendario académico. A pesar de todos, conservo la ilusión y el deseo de que, en algún tiempo no muy lejano, se concrete nuestro plan.


Hoy, noveno día, también tiene otra significancia para mí, salvadora de la decepción de las líneas anteriores. Para ella son estas palabras del maestro:

"Y yo era un pobre alucinado que se perdía entre los últimos faroles de suburbios nunca antes visitados. Y, mientras, caminaba deseando cansarme y olvidar por agotamiento, ciego por la noche, esperando el milagro denunciador de la casa buscada. Iba sabiendo, descubriendo con maravilla que siempre, desde un pasado tan lejano que nunca existió, te estuve queriendo y esperando antes de que tú nacieras. Que durante toda mi vida mi amor por ti palpitaba escondido, debajo de alegrías y penas."


(fragmento de Cuando ya no importe, de Juan Carlos Onetti)

3 comentarios:

mel dijo...

que cierto cuando dice: te estuve queriendo y esperando antes de que tu nacieras...
yo podría decir que te estuve queriendo y esperando desde que nací.
Fuerza con lo que sigue, dentro de poco todo se despejará y podrás asistir a alguna de las presentaciones, ojala que a ambas :)

Santiago Ocampos dijo...

Matías Nazareno que no pinte el bajón, en septiembre tenés la posibilidad de recibirte, eso tiene que ser un objetivo primordial, es un privilegio que lamentablemente muchos argentinos no pueden hacerlo, tenes 28 pirulos recién y vas a tener tres millones de oportunidades para viajar y presentar tu libro que por cierto está bárbaro. Tranquilo varón recibite y sin peso volá con Melina adonde el viento los lleve. Che no te bajonees tanto que tenés para darle al mundo un montón.
Dale que hay que seguir naciendo...

Matías dijo...

fue un temblor del momento nomás. Ya estamos bien, incluso ahora a punto de escribir, continuar con este nuevo proyecto de novela.

Gracias :)