sábado, 7 de agosto de 2010

Quién no






Esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.

¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?

Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.




(Exilio, de Alejandra Pizarnik)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente poema. Gracias por compartir a Pizarnik.

Un abrazo

Santiago Ocampos dijo...

muy juarroz, la sombra no es el vació es lo que se proyecta de algo; en el rictus inspiratorio el poeta se juega el cielo, la no inspiración nos devasta la esperanza...