jueves, 9 de julio de 2009

Ocho


Qué dicha no ser Basho, en cuya voz
florecían tan leves los ciruelos,
ni ser Beethoven con su borrasca en la frente
ni Tomás Moro en el taller de Holbein.
Qué dicha no tener
un bungalow en Denver (Colorado)
ni estar mirando desde el Fitz Roy el silencio
mineral de la tarde patagónica
ni oler la bajamar de Saint-Malo

y estar aquí contigo, respirándote, viendo
la lámpara del techo reflejada en tus ojos.


(Otro poema de amor, de Miguel D´Ors)

6 comentarios:

José Luis López Recio dijo...

Es un poema muy bonito.
Saludos

Matías dijo...

vaya que si.
se maneja el tal D´Ors.

Un abrazo

Mel dijo...

:D precioso, como vos, como nuestro amor.

Matías dijo...

concuerdo en lo primero y en lo tercero, mas no en lo segundo
jejeje

;)

mel dijo...

jaja sabes que lo sos :)

Matías dijo...

:)