Así, con esas palabras que leés más arriba, se autodefinía uno de los mejores escritores del siglo XX. Se trata de William Faulkner, Premio Nobel de Literatura y dos veces ganador del Premio Pulitzer. A pesar de la gloria y tantos laureles, siempre decía sobre sí mismo : "Sólo soy un granjero al que le gusta contar historias".
Un par de temáticas son un tanto recurrentes en la obra de Faulkner: la violencia y las viscisitudes del sur profundo. Esto, como en tantos otros escritores, tiene raíces en vivencias personales. Faulkner nació en el estado de Mississippi, en las postrimerías del siglo XIX; por otra parte, sirvió como piloto en el Real Cuerpo Aéreo británico en tiempos de la I Guerra Mundial.
Concluido el conflicto, regresó a Estados Unidos y retomó sus estudios, los que había abandonado en 1915, tan sólo para reincidir poco después. Pero ahora la motivación era distinta y personalísima. Esta vez quería dedicarse a escribir.
Por esos tiempos, Faulkner (apellido adoptado en lugar del original Falkner por cuestiones de marketing editorial) desempeñó todo tipo de tareas para subsistir, mientras su monumental obra empezaba a germinar. Fue pintor de techos y también cartero de la Universidad de Mississippi, hasta que descubrieron su afición por leer cartas ajenas y lo echaron por ella; pero su ocupación preferida fue...la de administrador de un burdel. Sobre esto dijo: "En mi opinión, ese es el mejor ambiente en que un artista puede trabajar. Goza de una perfecta libertad económica, está libre del temor y del hambre, dispone de un techo sobre su cabeza y no tiene nada qué hacer excepto llevar unas pocas cuentas sencillas e ir a pagarle una vez al mes a la policía local. El lugar está tranquilo durante la mañana, que es la mejor parte del día para trabajar. En las noches hay la suficiente actividad social como para que el artista no se aburra, si no le importa participar en ella; el trabajo da cierta posición social; no tiene nada qué hacer porque la encargada lleva los libros; todas las empleadas de la casa son mujeres, que lo tratarán con respeto y le dirán "señor". Todos los contrabandistas de licores de la localidad también le dirán "señor". Y él podrá tutearse con los policías. De modo, pues, que el único ambiente que el artista necesita es toda la paz, toda la soledad y todo el placer que pueda obtener a un precio que no sea demasiado elevado [...] Mi propia experiencia me ha enseñado que los instrumentos que necesito para mi oficio son papel, tabaco, comida y un poco de whisky".
En la misma entrevista le preguntaron por la inspiración. "Yo no sé nada sobre la inspiración, porque no sé lo que es eso. La he oído mencionar, pero nunca la he visto". Siempre hizo hincapié en el esfuerzo; siempre creyó fervorosamente en esos "99% de talento... 99% de disciplina... 99% de trabajo" que en su opinión se necesitan para ser un buen novelista.
Pero volvamos a 1921. Por entonces Faulkner trabajaba como periodista en Nueva Orleáns, en una de sus tantas ocupaciones. En ese momento conoció a Sherwood Anderson. Se hicieron amigos y la observación del modo de vida que llevaba el célebre escritor de cuentos convenció a Faulkner. Caminaban por las tardes y en las noches bebían whisky, pero antes del mediodía nunca pudo verlo: Anderson permanecía enclaustrado, escribiendo sin parar. "Yo decidí que si esa era la vida de un escritor, entonces eso era lo mío y me puse a escribir mi primer libro. En seguida descubrí que escribir era una ocupación divertida. Incluso me olvidé de que no había visto al señor Anderson durante tres semanas, hasta que él tocó a mi puerta -era la primera vez que venía a verme- y me preguntó: "¿Qué sucede? ¿Está usted enojado conmigo?". Le dije que estaba escribiendo un libro. Él dijo: "Dios mío", y se fue. Cuando terminé el libro, La paga de los soldados, me encontré con la señora Anderson en la calle. Me preguntó cómo iba el libro y le dije que ya lo había terminado. Ella me dijo: "Sherwood dice que está dispuesto a hacer un trato con usted. Si usted no le pide que lea los originales, él le dirá a su editor que acepte el libro". Yo le dije "trato hecho", y así fue como me hice escritor". Faulkner nunca olvidó tamaño gesto de quien consideraba "el padre de mi generación de escritores americanos y de la tradición literaria que nuestros sucesores llevarán adelante".
Uno tras otro, sus libros empezaron a hacer ruido entre los lectores americanos. Empero, sólo tuvo éxito económico uno de ellos, Santuario, lo cual le valió la entrada a Hollywood como guionista. Allí protagonizó un hecho histórico: adaptó una novela de Hemingway, en lo que hasta hoy es la primera y única vez que dos ganadores del Nobel de Literatura estuvieron directamente vinculados con una misma película. Como dato risueño, se puede referir que Faulkner y Hemingway fueron rivalizados por la crítica, dada la diferencia estilística entre ambos. Frases largas y perfumadas de un virtuosismo certero para uno; fraseo corto y punzante para el otro.
Porque fue virtuoso aunque llegara a decir que "Si el escritor está interesado en la técnica, más le vale dedicarse a la cirugía o a colocar ladrillos. Para escribir una obra no hay ningún recurso mecánico, ningún atajo. El escritor joven que siga una teoría es un tonto". Utilizó recursos innovadores para el medio americano de los años 30, como ser el monólogo interior, saltos temporales en medio de la narración y narradores múltiples (por ejemplo, en El Ruido y la Furia), abrevando en la tradición europea de autores como Woolf, Proust y Joyce.
Determinación fue lo que nunca faltó a Faulkner. "Nada puede destruir al buen escritor. Lo único que puede alterar al buen escritor es la muerte", dijo una vez, y fue tan leal con sus palabras que siguió escribiendo hasta el último latido. En el interín se alzó con el Nobel de Literatura de 1949 y los Premios Pulitzer de 1955 y el de 1962, el año de su muerte, por su última obra.
Hoy vamos a compartir uno de sus cuentos. Para leerlo, clickeá acá.
Un par de temáticas son un tanto recurrentes en la obra de Faulkner: la violencia y las viscisitudes del sur profundo. Esto, como en tantos otros escritores, tiene raíces en vivencias personales. Faulkner nació en el estado de Mississippi, en las postrimerías del siglo XIX; por otra parte, sirvió como piloto en el Real Cuerpo Aéreo británico en tiempos de la I Guerra Mundial.
Concluido el conflicto, regresó a Estados Unidos y retomó sus estudios, los que había abandonado en 1915, tan sólo para reincidir poco después. Pero ahora la motivación era distinta y personalísima. Esta vez quería dedicarse a escribir.
Por esos tiempos, Faulkner (apellido adoptado en lugar del original Falkner por cuestiones de marketing editorial) desempeñó todo tipo de tareas para subsistir, mientras su monumental obra empezaba a germinar. Fue pintor de techos y también cartero de la Universidad de Mississippi, hasta que descubrieron su afición por leer cartas ajenas y lo echaron por ella; pero su ocupación preferida fue...la de administrador de un burdel. Sobre esto dijo: "En mi opinión, ese es el mejor ambiente en que un artista puede trabajar. Goza de una perfecta libertad económica, está libre del temor y del hambre, dispone de un techo sobre su cabeza y no tiene nada qué hacer excepto llevar unas pocas cuentas sencillas e ir a pagarle una vez al mes a la policía local. El lugar está tranquilo durante la mañana, que es la mejor parte del día para trabajar. En las noches hay la suficiente actividad social como para que el artista no se aburra, si no le importa participar en ella; el trabajo da cierta posición social; no tiene nada qué hacer porque la encargada lleva los libros; todas las empleadas de la casa son mujeres, que lo tratarán con respeto y le dirán "señor". Todos los contrabandistas de licores de la localidad también le dirán "señor". Y él podrá tutearse con los policías. De modo, pues, que el único ambiente que el artista necesita es toda la paz, toda la soledad y todo el placer que pueda obtener a un precio que no sea demasiado elevado [...] Mi propia experiencia me ha enseñado que los instrumentos que necesito para mi oficio son papel, tabaco, comida y un poco de whisky".
En la misma entrevista le preguntaron por la inspiración. "Yo no sé nada sobre la inspiración, porque no sé lo que es eso. La he oído mencionar, pero nunca la he visto". Siempre hizo hincapié en el esfuerzo; siempre creyó fervorosamente en esos "99% de talento... 99% de disciplina... 99% de trabajo" que en su opinión se necesitan para ser un buen novelista.
Pero volvamos a 1921. Por entonces Faulkner trabajaba como periodista en Nueva Orleáns, en una de sus tantas ocupaciones. En ese momento conoció a Sherwood Anderson. Se hicieron amigos y la observación del modo de vida que llevaba el célebre escritor de cuentos convenció a Faulkner. Caminaban por las tardes y en las noches bebían whisky, pero antes del mediodía nunca pudo verlo: Anderson permanecía enclaustrado, escribiendo sin parar. "Yo decidí que si esa era la vida de un escritor, entonces eso era lo mío y me puse a escribir mi primer libro. En seguida descubrí que escribir era una ocupación divertida. Incluso me olvidé de que no había visto al señor Anderson durante tres semanas, hasta que él tocó a mi puerta -era la primera vez que venía a verme- y me preguntó: "¿Qué sucede? ¿Está usted enojado conmigo?". Le dije que estaba escribiendo un libro. Él dijo: "Dios mío", y se fue. Cuando terminé el libro, La paga de los soldados, me encontré con la señora Anderson en la calle. Me preguntó cómo iba el libro y le dije que ya lo había terminado. Ella me dijo: "Sherwood dice que está dispuesto a hacer un trato con usted. Si usted no le pide que lea los originales, él le dirá a su editor que acepte el libro". Yo le dije "trato hecho", y así fue como me hice escritor". Faulkner nunca olvidó tamaño gesto de quien consideraba "el padre de mi generación de escritores americanos y de la tradición literaria que nuestros sucesores llevarán adelante".
Uno tras otro, sus libros empezaron a hacer ruido entre los lectores americanos. Empero, sólo tuvo éxito económico uno de ellos, Santuario, lo cual le valió la entrada a Hollywood como guionista. Allí protagonizó un hecho histórico: adaptó una novela de Hemingway, en lo que hasta hoy es la primera y única vez que dos ganadores del Nobel de Literatura estuvieron directamente vinculados con una misma película. Como dato risueño, se puede referir que Faulkner y Hemingway fueron rivalizados por la crítica, dada la diferencia estilística entre ambos. Frases largas y perfumadas de un virtuosismo certero para uno; fraseo corto y punzante para el otro.
Porque fue virtuoso aunque llegara a decir que "Si el escritor está interesado en la técnica, más le vale dedicarse a la cirugía o a colocar ladrillos. Para escribir una obra no hay ningún recurso mecánico, ningún atajo. El escritor joven que siga una teoría es un tonto". Utilizó recursos innovadores para el medio americano de los años 30, como ser el monólogo interior, saltos temporales en medio de la narración y narradores múltiples (por ejemplo, en El Ruido y la Furia), abrevando en la tradición europea de autores como Woolf, Proust y Joyce.
Determinación fue lo que nunca faltó a Faulkner. "Nada puede destruir al buen escritor. Lo único que puede alterar al buen escritor es la muerte", dijo una vez, y fue tan leal con sus palabras que siguió escribiendo hasta el último latido. En el interín se alzó con el Nobel de Literatura de 1949 y los Premios Pulitzer de 1955 y el de 1962, el año de su muerte, por su última obra.
Hoy vamos a compartir uno de sus cuentos. Para leerlo, clickeá acá.
Más abajo ves una foto de la casa de Faulkner en Oxford, Mississippi.
Es todo por hoy. ¡Nos vemos pronto!
10 comentarios:
Genial lo del burdel... vamos a ver qué tal el cuentito...
jajajaja ya quisieras laburar en un cabarulo, eh!!!
pillin! :P
Mas adelante voy a colgar mas cosas de Faulkner, la verdad me gusta mucho como escribe.
Faulkner es mi escritor favorito! Consegui Las Palmeras Salvajes y La Fabula, estoy como loco leyendolos! Tambien lei Mientras Agonizo Y El sonido y la Furia, terribles novelones mal. Mi novia tiene Santuario, Absalon Absalon, Historias de Nueva Orleans y tenemos en fotocopia El Villorio, y los voy a leer todos. Leé El Sonido y la Furia si no lo leiste, y preparate para releerlo porque no te van a cerrar un monton de cosas. Yo la leí 3 veces y la leería muchas veces mas. Gracias Matias!!
jeje te cuento que estoy leyendo El Sonido y la Furia (titulada como El Ruido y la Furia, de la colección de Premios Nobel que venía con La Nación) y adiviná...no entiendo mucho jajajaja.
En inet conseguí varios otros libros de él, pero preferí empezar por el que tengo en papel. En el interín, encontré un par de cuentos suyos y acá estamos.
Ah, como decía un amigo, "gracias hacen los monos" ;)
Un abrazo
Si querés te doy algunos ¨tips¨ que te van a ayudar a entenderla mejor ;)
si querés por aca o por msn, como quieras
jugulator1980@hotmail.com
Saludos!!!
Dale, son bienvenidos. Publicalos aca mejor, asi de paso cañazo tambien podes ayudar a algun ocasional comedido que la haya leido o que este pensando en leerla, no??.
Bueno, sin mas preambulos..lo escuchamos, licenciado.. ;)
Capitulo de Benji: Tené en cuenta que es un retrasado mental, no tiene noción de tiempo, por eso la cursiva te señala sus flashbacks. No puede interpretar absolutamente nada, se expresa gritando y utiliza sus sentidos (el olfato), es decir que se maneja por intuición y no por razonamiento porque no puede. Fijate el primer flashback, se engancha con un clavo y recuerda que de niño se enganchaba con el mismo clavo.
Cuando es chico, creo que 4 años, quien lo cuida es Versh, hijo de Dilsey. Cuando es mas grande y Caddy da sus primeros pasos en su promiscua adolescencia lo cuida T.P., y en el presente, en su cumple numero 33, lo cuida Luster, el nieto de Dilsey.
Otra cosa que te pone en contexto. Fijate que siempre hay un detalle que situa la situación (duplico :P): el fuego de la chimenea, el almohadon de la madre, y algunos mas que no recuerdo.
Otra cosa super importante: Quentin es el mayor de los hermanos Compson, pero en el presente narrativo (Benji cumple 33 años) la Quentin que aparece es una mujer. Es decir, hay dos Quentin, estate atento con esto porque te confunde (como a mi la primera vez :S).
Si el capítulo de Benji es rebuscado, espera al segundo con Quentin en Harvard, ahi Faulkner desarrolla la técnica del ¨fluir de la conciencia¨, o sea que por momentos no hay puntos ni comas ni signos expresivos, por eso hay momentos donde hay que leer despacio y prestando atención. También tiene flashbacks, pero Quentin es un intelectual y por eso es mucho mas complejo el segundo capítulo que el primero.
Si hay cosas que no te cierran, seguí adelante que te llegan las respuestas, no lo abandones que es una maravilla.
Cualquier cosa me chiflás, estoy a tus órdenes, para mi es un placer hablar de esta novela =)
jejej muy bien licenciado! ;)
mira, me arrastre por el primer capitulo hasta que busque una reseña y me entere que Benji estaba alienado, a partir de ahi se me hizo mas llevadero. Ahora estoy en el 2do capitulo, avanzando lentamente. De hecho, en el interin leo otras cosas. Ayer finiquite uno de Soriano; al mismo tiempo ataco cuentos sueltos de autores surtidos.
Se agradece el servicio y quedamos todos a la expectativa de tu comentario de los otros dos capitulos!! ;)
un abrazo
Gracias.
Calma, el tercer y cuarto capítulo son fáciles, porque son lineales, es mas de acción y no tan psicológico, ya verás porqué.
Cualquier duda, contá conmigo
Abrazo!
Gracias a vos, chamigo :)
Esta buena la tecnica del flujo de conciencia. Creo que alguna vez la he aplicado sin saberlo, aunque incluyendo puntuacion. Sera cuestion de experimentar en algun escrito el recurso "a la faulkner", jeje, a ver q sale.
Bueno, confio y confiamos en tu palabra de que tercer y cuarto capitulo seran mas accesibles. De todos modos, te dejamos a disposicion en caso de que no entendamos jajaa ;)
un abrazo
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