Sucede que a veces mando fruta -y justo hablábamos de manzanas-. Supongo que es inevitable. En este caso, no sé por qué pero desde siempre pensé que el "País de las Manzanas" de Sayhueque era por acá nomás. ¡Error! Valen las palabras de Héctor, quien se tomó un tiempito para escribirme y aclarar la cuestión. Copio y pego:
“El país de las manzanas” estaba ubicado en la desembocadura del río Caleufú con el Collón Cura, hacia la cordillera, donde tenía el asentamiento la tribu de Sayhueque. Ese nombre no se lo dieron los aborígenes, sino los blancos (ya en los mapas de San Martín, cuando planeaba cruzar la cordillera, lo llamaba así).
El origen fue una reducción de monjes que llegó de Chile por el año 1600. Traían algunos manzanos y se afincaron sobre el lago Nahuel Huapi. Los aborígenes los mataron, y los manzanos se distribuyeron por la cordillera, aprovechándolos los mapuches para fermentar la fruta y darle a la “chicha”
Como verás, nuestra región de la Confluencia no tiene nada que ver con el mítico “país de las manzanas”, aunque luego de los trabajos de canalización desde el dique Ballester tenemos manzanas en la zona."
El origen fue una reducción de monjes que llegó de Chile por el año 1600. Traían algunos manzanos y se afincaron sobre el lago Nahuel Huapi. Los aborígenes los mataron, y los manzanos se distribuyeron por la cordillera, aprovechándolos los mapuches para fermentar la fruta y darle a la “chicha”
Como verás, nuestra región de la Confluencia no tiene nada que ver con el mítico “país de las manzanas”, aunque luego de los trabajos de canalización desde el dique Ballester tenemos manzanas en la zona."
He ahí la verdad histórica. Me permito una disgresión: creo que un nombre con esa musicalidad, "País de las Manzanas", debería provenir de los pobladores originarios y no del huinca invasor. Parece más vinculado con las entrañas de la propia tierra, parido en la intimidad de la nieve y bajo las araucarias, que traído en los recados polvorientos del Ejército, donde viajaban cruzados los Rémington Patria.
Creo que esa sería la verdad poética.
Gracias Héctor por el desasnamiento, algo que nunca viene mal.
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