Maquillada de ocre y trasluz
así es como te veo, bailarina
en cada lugar que iluminó tu sombra alguna vez.
Cazadora involuntaria y tenaz
el olvido se desangra entre tus manos
que decretan la intemperie
con las uñas pintadas de ceniza.
El eco de tu sonrisa
se tropieza con el tañido de aquella tarde,
oxidado canto de metales,
indecisa y gris como ésta
encima del mismo banco
escena de tu crimen
cuando te manchaste de sangre los labios
donde dibujaste con escarcha mi contorno
y me impusiste la hojarasca y la humedad.
Deberías saber
que huyo desde entonces.
Que me desgrano a propósito
esperanza suicida
así sabrás encontrarme.
Pero sólo merodean la erosión del minutero
inconstantes serenatas de hamacas solas al viento,
el ladrido de un perro sumergido en la noche.
La vibración del verano en tu piel se desvanece
los trópicos de tu boca hurgan en charcos invernales
y se reverdece aquella estaca
vestido largo de tu lengua cuando
lenta y melodiosa
dijo no te quiero.
Cazadora involuntaria y tenaz
el olvido se desangra entre tus manos
que decretan la intemperie
con las uñas pintadas de ceniza.
El eco de tu sonrisa
se tropieza con el tañido de aquella tarde,
oxidado canto de metales,
indecisa y gris como ésta
encima del mismo banco
escena de tu crimen
cuando te manchaste de sangre los labios
donde dibujaste con escarcha mi contorno
y me impusiste la hojarasca y la humedad.
Deberías saber
que huyo desde entonces.
Que me desgrano a propósito
esperanza suicida
así sabrás encontrarme.
Pero sólo merodean la erosión del minutero
inconstantes serenatas de hamacas solas al viento,
el ladrido de un perro sumergido en la noche.
La vibración del verano en tu piel se desvanece
los trópicos de tu boca hurgan en charcos invernales
y se reverdece aquella estaca
vestido largo de tu lengua cuando
lenta y melodiosa
dijo no te quiero.
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