"En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante" dijo alguna vez el gran poeta del Líbano. Hablamos de Khalil Gibran, también llamado "el profeta", al arrullo de su exitosa obra maestra así titulada. Dicho sea de paso, un bellísimo libro que te recomiendo absolutamente.
Hablamos de quien fuera un artista completo, prolífico y virtuoso. Destacó en la pintura, pero fue en las letras donde supo deslumbrar. De su mano de orfebre surgieron innumerables poemas llenos de luz, cristalinos como arroyos de montaña; versos que no necesitan trucos sofisticados para calar hondo, versos que sin esfuerzo resbalan hacia las profundidades del alma para perfumarla de primavera.
Hablamos de un hombre que fue capaz de aunar lo mejor de las culturas oriental y occidental, influido por su natal Bsarri y la Nueva York que lo cobijó largos años. Un hombre que hizo fuego con su pluma, y que supo tallar esa pasión desbordante en preciosas cartas para su tan amada Mary Haskell, su no correspondido amor platónico.
Como ayer empezó la primavera, me pareció buena idea recibirla con un fragmento extraído de otro de sus libros, "El Jardín del Profeta". Es el capítulo llamado "Sueños y Primaveras", y dice así (click acá).
De mi parte, van desde acá mis deseos para que en esta estación, fértil para nuestros mejores sentimientos, florezcan también los anhelos y sueños que alguna vez sembraste y que aún duermen con sus pétalos vírgenes de luz.
Hasta la próxima.
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