“Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela, su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que él. Un escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio.”
Espinas, pétalos, estatuas inquietantes, sombras, colores, perfume, música: he ahí los ingredientes de este Jardín. Yo, el jardinero, me llamo Matías Stiep. Oriundo de y en Cipolletti (al costado de la confluencia donde nace el río Negro, sobre el lado homónimo, en el sur donde retumbaron el malón y los estampidos del Remington), a partir del 1 de Septiembre de 1981. Trabajo y escribo, en esto menos y peor de lo que quisiera. En el berretín de la escritura arranqué allá por 1998, a los 17 años, puerta abierta por una profesora de literatura. Desde entonces aprendí dos o tres cosas sobre el oficio de escribir, ligué algún premio, y también tuve la oportunidad de publicar dos libros. El primero se llama Estrellas Blancas, y se editó en el 2001. El segundo, Yo el pájaro y el cielo, obtuvo el Primer Premio en Novela 2009 de la Subsecretaría de Cultura de Río Negro, y el Fondo Editorial Rionegrino lo publicó al año siguiente.
Estoy, inesperado y subrepticio, en algún lugar de este jardín.
2 comentarios:
“Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela, su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que él. Un escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio.”
Carlos Ruiz Zafon- El juego del angel.
muy certero. Quizás demasiado.
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