miércoles, 27 de junio de 2012

Y no sabrán





Primero, y como verás, hay algunos cambios, sutiles y no tanto. 
Después, me tomo el atrevimiento de compartir el milagro contenido en estos versos:




un día alguien
vendrá y me dirá
que has muerto
y yo
romperé todos los espejos
y astillaré mis ojos
para poder verte
y te leeré poemas en
la noche oscura de silencio




(encontrarán un día mis palabras
y no sabrán quién fui)




jueves, 21 de junio de 2012

El niño interior




Ayer encallé con esto: "(Borges) cuenta que Swift describe a unos conversadores que, en lugar de cansar sus gargantas hablando, llevan unos sacos con figuritas y para decir caballo extraen del saco la figura de un caballo y la muestran. Cuenta también que hoy iba en el subterráneo y un chico preguntó: "¿Cuánto falta para Palermo?". Repitió: "¿Cuánto falta?" y después, riéndose:"¿Cuánto flauta para Palermo?" y quizá a "cuánta flauta". BORGES: "Era un momento importantísimo en su vida. Estaba descubriendo que había palabras parecidas y que ponerlas juntas era gracioso. No, era mucho más: estaba descubriendo la literatura. Los padres no le hacían caso. Hablaban entre ellos. Yo quise mirarlo, para reírme con él. No lo vi".


(fragmento de Borges, de A. Bioy Casares)

jueves, 14 de junio de 2012

Día del escritor




Creo recordar que hace un año atrás trazaba una semblanza de Leopoldo Lugones. A él se refiere la conmemoración del día que recién termina. Alguna vez, cuando todavía resonaba el disparo mortal, lo instauraron como insignia del oficio. Y hoy continúa así, formalmente al menos, aun cuando sus imágenes -la levita reglamentaria, el bigote inverosímil, la misma solemnidad de sus páginas- parecen volverse cada vez más difusas, más crepusculares.

Hoy -perdón, ayer- escuché a la pasada a alguien que abogaba por un nuevo paradigma. Hora de abolir la tradición caduca que ensalza al totalitario, al altisonante, al de la descendencia paradójica (un hijo torturador en tiempos de Uriburu, una nieta desaparecida en los setenta). Momento de reparar en los tantos prodigios posteriores. Y es cierto que intentar siquiera un orden de mérito, sin incurrir en omisiones intolerables, impresiona como complicadísimo. 

Omito a Borges, ya casi un lugar común: lo siento más emparentado con el Día del Libro propiamente dicho (recordando que fue el lector más desaforado del que se tiene noticia). Incluso bien merecería el homenaje un Piglia, nuestro mejor exponente hoy.

También, por qué no, repartir justicia con una conmemoración móvil, prefijada cada año en el natalicio de un escritor distinto.

Y luego de esa propuesta que seguramente rebotará en silencios, te dejo mi abrazo y mi saludo, hermano/a de letras.