jueves, 31 de marzo de 2011

Bajo tu lástima



Quiero huir de tu lástima, y tropiezo
con mis zarzas de miedo
y con mi nido
de alegrías dormidas, y desgarro.


Has tendido
tu sonrisa en piedad a mi costado,
y te quedas
a mirarme ceder, sombra inclinada
como un tronco crujido
de castigos.


Tus dos brazos cruzados, y ya ajenos,
y una boca de beso
que se guarda.


Nunca me vi pequeña como ahora,
a los pies de tu altura
compasiva.


Nunca, como hoy, descalza
y azotada,
a un instante del nunca, irremediable.


Ya no vibra mi carne
en paraísos,
ni en infiernos, ni en manzanas, serpientes,
ni en exilios.


Una lacia
sensación de desgano que me arrastra,
un insomne desorden
de cabello, una pena tremenda de estar triste,
y un deseo
de morirme mañana,
antes que partas, y dejarte
sonreír de piedad sobre mi ausencia

 
(Matilde Alba Swann)

jueves, 24 de marzo de 2011

El paso de los años



porque cogí la mariposa
no en el jardín
sino en el sueño
porque en mi almohada
oí cantar al río
al crepúsculo orar
porque el cielo breve
de la flor
me llevó lejos
porque el niño aún
(que fui que a veces soy)
despierta y ve
la mariposa
volar en el jardín
que ya no sueño.


(Javier Sologuren)

miércoles, 16 de marzo de 2011

Algún día encontraré una palabra...



Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.

Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía
y no se detendrá ni cuando mueras.

 (Roberto Juarroz)

miércoles, 9 de marzo de 2011

Veintiocho



El firme amor, me diste con tus dones.
Vino a mí la ternura que esperaba
y me acompaña la que lleva el beso
más profundo a mi boca.

No pudieron
apartarla de mí las tempestades
ni las distancias agregaron tierra
al espacio de amor que conquistamos.

Cuando antes del incendio, entre las mieses
de España apareció tu vestidura,
yo fui doble nación, luz duplicada,
y la amargura resbaló en tu rostro
hasta caer sobre piedras perdidas.

De un gran dolor, de arpones erizados
desemboqué en tus aguas, amor mío,
como un caballo que galopa en medio
de la ira y la muerte, y lo recibe
de pronto una manzana matutina,
una cascada de temblor silvestre.

Desde entonces, amor, te conocieron
los páramos que hicieron mi conducta,
el océano oscuro que me sigue
y los castaños del Otoño inmenso.

¿Quién no te vio, amorosa, dulce mía,
en la lucha, a mi lado, como una
aparición, con todas las señales
de la estrella? ¿Quién, si anduvo
entre las multitudes a buscarme,
porque soy grano del granero humano,
no te encontró, apretada a mis raíces,
elevada en el canto de mi sangre?

No sé, mi amor, si tendré tiempo y sitio
de escribir otra vez tu sombra fina
extendida en mis páginas, esposa:
son duros estos días y radiantes,
y recogemos de ellos la dulzura
amasada con párpados y espinas.

Ya no sé recordar cuando comienzas:
estabas antes del amor,
venías con todas las esencias del destino,
y antes de ti, la soledad fue tuya,
fue tal vez tu dormida cabellera.


Hoy, copa de mi amor, te nombro apenas,
título de mis días, adorada,
y en el espacio ocupas como el día
toda la luz que tiene el universo.

(Pablo Neruda)

martes, 8 de marzo de 2011

Un día como hoy


En otros tiempos tenía la costumbre de abrevar en cierto y delicioso libro. Solía nutrir estos mismos canteros con extractos de Vuelta de página, de Jorge Lanata, un compendio de crónicas y editoriales periodísticas que hace mucho encontré en una de esas mágicas librerías de usado.

Y ya que miramos para atrás, hace exactamente tres años replicaba unas páginas que dicen así:

"Ayer fue el Día Internacional de la Mujer, o algo así, y quería -con muchísimas prevenciones- decirte algo sobre eso. Lo de las prevenciones es natural: cualquier mujer se enoja si se habla de ellas sólo en su día, y te sale con aquello de "Che, no es el día del animal"; pero también es posible que se enojen si no se lo menciona, o que critiquen con cierto cinismo si quien habla de las mujeres es un hombre.


Yo quiero contarte sobre algunas mujeres que conocí en mi vida, desde mi madre a mi hija, también otras mujeres que quise y quiero, mujeres que vi pasar, mujeres de las que me hablaron y otras que me tomo licencia para inventar.

A los dos años los ojos de mi hija eran los ojos de un bebé: una mirada curiosa y atolondrada. Fue por esa fecha cuando, de pronto, ella comenzó a mirar distinto. No sé si eso sucede en todas las bebas de dos años, pero en aquel momento la mirada de mi hija se volvió encantadoramente oblicua y distante, y se notaba en sus ojos que ella se había vuelto mujer. De un día para el otro los ojos de Bárbara habían construido un secreto: su mirada tenía algo que yo no iba a alcanzar jamás. En sus ojos y en su piel -que es también mi piel- había crecido, de pronto, un endeble pero impenetrable muro de hiedra.

Conocí durante mi infancia en Sarandí mujeres con ése y otros secretos.

Conocí mujeres que arrastraban un sueño roto, y salían todos los días a la misma hora a barrer la vereda, con la mirada perdida hacia la Avenida Mitre, esperando a alguien que no iba a volver.

Conocí también mujeres extranjeras de todo, que comían, y comían, y comían, y se defendían comiendo.

Conocí a otras mujeres que cuidaban a sus pollitos con el recelo de las gallinas, y que vivían con hombres que les eran fieles como perros aburridos.

Escuché en mi vida, de las mujeres, los argumentos más increíbles y encantadores: una mujer puede hablar con una convicción de Premio Nobel sobre una cosa que se llama henna y que es un barro egipcio que te tiñe el pelo de colorado.

No sé qué le pasa a las mujeres con el futuro, qué desean y temen; aunque están, por naturaleza, inclinadas al futuro.

Conocí muchas, muchísimas mujeres aburridas -¿por qué siempre pensaré que su aburrimiento es culpa de los hombres?-. Son mujeres que casi dejaron de serlo.

He visto cómo las mujeres ordenan cajitas, pedacitos de tela, papel de envolver, piolines de papel regalo, entradas de cine, recortes de diario, fotografías, llaves viejas, ramitas; cómo meten o sacan todos esos objetos de bolsos, o cajones, y putean porque jamás encuentran nada.

He escuchado a mujeres citando exactamente situaciones que yo nunca recordaría y las he visto también mirándose entre sí, como dos tigres que se rodean, olfateándose, dentro de una jaula.

He visto tambien mujeres alegres, y muy alegres, y un poco borrachas, o borrachas del todo, y siempre tienen un tajo de tristeza que les aparece en el alma. Algo que se perdió, que se está perdiendo; tal vez sea el tiempo, una especie de gusanito que les camina por el brazo.

Es inexplicable la relación de las mujeres con las plantas, tan inmóviles y dependientes, tan subordinadas, iba a decir: tan atadas a los ciclos y quizás sea esa sujeción la que las une: los ciclos de la luna, la lluvia, la tierra, el sexo, la maternidad.

Descubrí en un hombre la mejor definición de las mujeres, en Caetano Veloso cuando dice que "Tigresa, con algunos hombres fue feliz, y con otros fue mujer".

Otro padre, Vinicius, el viejo Vica, fue acusado de machista cuando escribió que las chicas, en la noche, "rehacen misteriosamente su virginidad".

Creo que también condenaron a Ernesto Sábato cuando dijo que la mujer contiene y el hombre expulsa, y que entonces es el ser físico el que les condiciona el alma.

Sinceramente no sé cómo son, y no creo que tampoco sean como me las imagino.

Nunca vi a los hombres peleándose tanto entre ser niños y padres a la vez. Hay hombres con carnet vencido, que se creen adultos, y hay hombres-niños definitivos, que caminan por la cornisa. Pero mujeres sí: vi mujeres peleándose con el espejo: primero son nenas que acaban de romper un vidrio, de pronto madres, despues tías solteras.

Mujeres en un mundo de hombres, condicionadas por lo involuntario, obligadas a la belleza.

Conocí mujeres junco y mujeres topadora, y creo que todas sabían que la belleza es un estado de ánimo.

Conocí también mujeres cínicas, y parecen hombres.

Conocí mujeres viejas encantadoras, y no hay nada más encantador que una anciana encantadora ejerciendo la seducción de su especie.

He visto a mi mujer pocos minutos después del parto y no hay ninguna mirada que pueda compararse con la de quien acaba de dar a luz: ojos llenos de plenitud, y de violenta confusión.

Supe también, por las mujeres, que muchas veces la fuerza es debilidad y la debilidad es fuerza.

He visto a muchos hombres -a mí mismo, por empezar- preocupados por averiguar el pensamiento de las mujeres: "Uno puede respetar en una mujer la libertad de costumbres, pero nunca la libertad de espíritu", bromeaba Paul Eluard. Soporto que te acuestes con otro, pero no que pienses en él. ¿En qué pensás?.

Son realmente increíbles estas chicas con secreto incorporado que pueden matarte por envenenamiento y que construyen, con lentitud, la telaraña que sea.

Ahora quizás se sonrían por lo poco que, quien les habla, sabe de mujeres. Y en el fondo no es malo que toda esta perorata haya servido al menos para que se rían, porque algunas de ellas se ríen poco, y les encanta reírse, pero no lo dicen, porque vaya a saber quién les robó sus muñecas.

Sí; ya sé lo de las mujeres científicas, y de las pioneras en algo y -no quiero ser frívolo, que se entienda bien- ya sé también lo de las putas e injustas diferencias de salario, y los tipos sobones, y los planes de esterilización, y los ex maridos que no te pasan un mango, y las minas golpeadas, y las madres solteras.

Pero no quería esta noche acordarme de todo eso. Trato de trabajar mejor para que eso no pase. Creo en la igualdad de los sexos porque creo en la igualdad, no en los sexos. Pero la igualdad se construye, y se pelea por ella.

Sabías que ayer fue el Día No Sé Qué de la Mujer, y quería decirte eso: que son increíbles, e inaccesibles, y que ojalá tuviéramos los hombres su capacidad para soñar, y sus chispitas en los ojos".


Querida amiga, es mi deseo que tu día, hoy y también mañana, sea pleno y luminoso.

lunes, 7 de marzo de 2011

Canto a tu distancia



Yo he de sentir en mi escollera
el miedo,
golpear por mis costados,
cuando partas.
Levantarás el ancla
enganchada en mi limo caliente,
y arrancarás un tiempo de latido
y soltarás amarras.
Escucharé que partes,
tu sirena, una espiral opaca,
silenciará la lumbre de mi cuerpo.
Escalofrío de nieve,
me quedaré distante con el rostro en nostalgia
de los muelles.
Será un desmayo largo, y estremecido al fin,
como un abrazo.
Eco en blanco,
yo no sabré hasta donde
te llevarán las aguas y los vientos.
Solo sabré que desgarraste
del minuto inicial de mi comienzo,
desde el impulso que generó mi germen,
desde la huella de mi pie viniendo.
Tierra firme,
me dormiré en las rocas de la orilla,
y alguna vez retornarán las olas
ondulando un mensaje de regreso.
Romperán sobre mí en voces tuyas
y tu espuma
ha de nevar mi noche,
y una caricia ausente, sigilosa
transitará mi sombra.
Yo he de saber entonces,
que en alguna parte
te has quitado tu ropa de viajero
y aquietaste tu mar
para evocarme.
Yo sentiré tu mano abierta al tiempo,
y el resignado olvido de tu carne,
y tu misterio.
Te sentiré fluyendo entre las horas ásperas,
y ha de traerme el aire
la canción acostada que me cantes,
ávido pasto,
por un suelo de cal que resquebraja.
Inhallado rumor,
ausente imagen,
fibra mordida en la oxidada punta de la lanza,
he de crecer al cielo
por captarte,
dispersaré en girones por el viento,
y anclaré en tus pupilas,
y has de saber entonces,
que yo parto.


(Matilde Alba Swann)