jueves, 27 de mayo de 2010

Un viejo vicio



"Lo menos importante eran las fechas y los nombres propios, pero logré enseñarles el amor de algunos autores y de algunos libros. Y hay autores, bueno, de los cuales yo soy indigno, entonces no hablo de ellos. Es decir, lo que hace un profesor es buscar amigos para sus estudiantes. El hecho de que sean contemporáneos, de que hayan muerto hace siglos, de que pertenezcan a tal o cual región, eso es lo de menos. Lo importante es revelar belleza y sólo se puede revelar belleza que uno ha sentido". Así, textualmente, dijo alguna vez Borges a una revista mexicana, refiriéndose a sus "diez años felices" de cátedra en la UBA.

Este sitio, primero en su versión de Blogdrive y luego en este servidor, nació hace tres o cuatro años con el sino de constituir un anaquel para mis escritos. Empero, causal y mágicamente se fue corriendo con el tiempo hacia otro lado. Revelar belleza que uno ha sentido, dijo el maestro. Y así fue. De una u otra forma, esto consistió en compartir escritos; célebres o ignotos, obra de consagrados o de anónimos, pero de algo puedo dar fe: todas las palabras que pasaron como estaciones por este Jardín me dejaron una marca como de hierro candente.

Tal vez por aquello de los ciclos fue que ese hábito cayó en desuso. Hoy es la buena hora del rescate, con un cuarteto de reeditados: una perla de Dolina, embebida en esa melancolía de la que abjura pero es tan suya; otro, ese que a mi juicio es el mejor cuento del Viejo Vizcacha de nuestras letras, Dalmiro Sáenz; luego, otra faena simple y contundente del mejor Hemingway; y finalmente, una cajita musical elucubrada por ese orfebre mágico y salvaje que fue Onetti.

Para la próxima, el vicio como debe ser: novedoso.

domingo, 23 de mayo de 2010

Próximamente



Ayer me llegaron los libros. El porcentaje de la tirada que me corresponde, claro. El resto corre por cuerda del Fondo Editorial Rionegrino: se va a distribuir en bibliotecas provinciales y en las librerías que están adheridas contractualmente a esa dependencia estatal.

En cuanto a mi porción de los volumenes, naturalmente queda librada a mi arbitrio y libre disposición. A renglón seguido podría colegirse que en el plazo inmediato la novela estará disponible en los anaqueles cipoleños.

Pero éste parece ser tiempo de aclaraciones: Sucede que ese canal de librerías adheridas abarca los puntos salientes del territorio rionegrino, pero hoy Cipolletti no está comprendida. Entonces, habrá que ver si desde la Subsecretaría hay tratativas en curso con algún librero, o bien todo queda librado a las negociaciones que yo pueda concretar. O incluso resulta que ambas opciones pueden convivir pacíficamente. Hablaremos al respecto una vez concluído el fin de semana largo.

¿Un pronóstico? En el transcurso de las próximas dos semanas la novela estará a la venta en los comercios del rubro (Advertencia: Es un pronóstico hecho a ojo de buen cubero y con optimismo ciego).
Todo lo dicho abarca exclusivamente a la novela. En cuanto a la Antología de Cuento que también editó el FER (y en la que participo con dos cuentos), no recibí ejemplar alguno y tampoco conozco los detalles de su distribución. Si alguien sabe algo, desde ya muchas gracias.

jueves, 20 de mayo de 2010

Aclaración

Ante una controversia relacionada con una nota publicada en la edición matutina de La Mañana de Cipolletti, y siendo éste mi espacio personal de expresión, creo conveniente insistir y ampliar mis dichos al respecto, para zanjar definitivamente el asunto. "Insistir" porque voy a reiterar lo que dije en varias oportunidades y antes de que se publique este artículo. Pueden dar fe el encargado del Fondo Editorial Rionegrino (FER) que me llamó el martes 18 y la periodista del diario que hizo lo propio el miércoles 19, por no mencionar a allegados varios. Recordemos también la entrada inmediatamente anterior a la presente, fechada el mismo martes.

Y "ampliar" porque creo que el asunto lo amerita. Sucede que hoy, en comunicación telefónica con el Subsecretario de Cultura de Río Negro, me informan de cuestionamientos maliciosos supuestamente dichos por mí. Según una alta esfera del diario, yo había achacado a Cultura de Río Negro la suspensión de la segunda presentación en Buenos Aires de mi novela Yo el pájaro y el cielo (en el espacio rionegrino de la programación oficial nacional conmemorativa del Bicentenario). Eso, cuando públicamente había sostenido lo contrario: la responsabilidad era nacional.

La historia se remonta al jueves 13 del corriente. Entonces me llamó el encargado del FER para proponerme esa posibilidad, conjuntamente con Pablo Tolosa (cuento), atento a que Silvia Rodríguez (poesía) no podía asistir. El acto tendría lugar el 22, 23 o 24 de mayo. Naturalmente, la determinación exacta de la fecha era potestad de Nación, organizadora y fiscalizadora de todo el festejo. Entendiendo que era una buena chance y que surgía de una gestión de buena voluntad de la misma Subsecretaría (dudo que Nación haya solicitado expresamente la presencia de Matías Stiep), prácticamente comprometí mi asistencia en ese mismo instante.

Pasaron varios días y varios llamados. Todos los detalles se iban confirmando, menos la fecha concreta (como ya vimos, potestad nacional).

Así llegamos al martes 18 de marzo, apenas cuatro días antes de la primera fecha tentativa. A las seis y monedas de la tarde me llama el encargado del FER. De motu propio se había decidido suspender las presentaciones de los libros en Buenos Aires, porque hasta ese mismo instante Nación seguía sin determinar la fecha y hora del evento. Es fácil imaginar la lista interminable de trastornos conexos: permanencia en ascuas para nosotros los autores, dificultades para el papeleo, imposibilidad de promocionar el acto, entre otras. En ese estado desventajoso de situación, impuesto por la desidia de Buenos Aires, es que Viedma optó por suspender las presentaciones, lo cual me pareció razonable y correcto. Acepté sin problemas las disculpas ofrecidas, entendiéndolas como una cortesía porque se trataba de un déficit organizativo que excedía a la provincia. Como dije en la entrada anterior, me constan las gestiones y el esfuerzo hecho por Cultura para concretar esta nueva presentación, lo cual agradecí (en ese momento y luego por este medio). Lo mismo con el plan de presentaciones en la provincia que me adelantaron en esa conversación.

Al día siguiente el llamado vino del diario. Querían saber respecto a esta inminente presentación en la Capital. A renglón seguido repetí lo informado el día antes y lo publicado después en la nota: Se había cancelado por decisión provincial ante la falta de respuesta por parte de Nación en cuanto a la fecha concreta para el acto. Era la reacción natural, considerando que restaban tres o cuatro días y quemaban los inconvenientes más arriba enumerados. Hago un paréntesis para decir que una presentación literaria es un acto que dura unos sesenta minutos, pero que previamente demanda un esfuerzo tremendo en organización y logística. Aquel que haya presentado un libro estará asintiendo lentamente con la cabeza.

Entonces, hoy 20 la nota y la controversia, conmigo en una inesperada e injusta posición de acusado por aquella alta esfera del diario.

De haber tenido algún reclamo, queja, disconformidad, etc., lo habría planteado oportunamente y por la vía que corresponde a la persona encargada del asunto. Creo que desde Cultura provincial han mostrado la suficiente receptividad, y que a esta altura existe cierta confianza como para plantear cualquier diferendo relacionado con el tema cultural/literario. Resulta esperable que luego de la premiación de mi novela (dicho sea de paso, por un jurado de prestigio nacional e incuestionable) en las oficinas culturales hayan tomado conocimiento de mi existencia literaria, y que ahora goce de un respeto artístico que antes no tenía. Huelga reiterar que fue un concurso literario convocado, organizado y fiscalizado por la misma Subsecretaría de Cultura provincial. Hay que considerar también la interacción suscitada durante el proceso de edición de la novela y los preparativos del viaje a la Feria del Libro de Buenos Aires, más el posterior conocimiento personal que se produjo allá.

De haber tenido cuestionamientos no hay razón para susurrarlos clandestinamente tras una fachada de corrección. Ya referí que el canal de diálogo es adecuado y permeable. Y si bien siempre habrá cosas para mejorar, sería un desagradecido si cuestionara por la espalda la gestión en el área Literatura de este equipo de la Subsecretaría de Cultura. No me lo contaron, sino que estuve en la Feria del Libro en el 2002 y aun imberbe miraba ensimismado los stands provinciales particulares desde el superpoblado y variopinto "Stand de las provincias". Tampoco habían concursos para dirimir quiénes serían publicados con fondos públicos, decisión hoy otorgada a jurados con pergaminos incuestionables (Alberto Laiseca, Ana María Shúa, Florencia Abbate, Leopoldo Brizuela, José Amicola, entre otros tantos). En aquellos tiempos el Fondo Editorial Rionegrino era un fósil más improbable que el eslabón perdido. Hoy tenemos todo en funcionamiento. Sí, hablo solamente de la parte literaria, y por una razón sencilla: es mi ambiente, lo que me consta, y con lo que tuve y tengo relación directa. Valorar las políticas en cuanto a otras artes sería un atrevimiento, porque son cuestiones que escapan a mi competencia y conocimiento.

Debo decir que me causó un malestar profundo verme salpicado inopinada y gratuitamente por un tercero que desconozco, en maniobras que ignoro, y por motivos de los cuales no tengo idea. Estamos en democracia, y por ende hay libertad de pensamiento y opinión. Perfectamente se puede disentir y cuestionar. En este caso, empero, estamos hablando de una tergiversación con fines ignorados pero imaginables.

De una u otra manera, ese tercero oculto debería saber que lo correcto es asumir las propias opiniones y defenderlas con respeto. O bien, si uno no quiere hacerse cargo (como lo ha mostrado con su actitud), entonces corresponde callarse la boca.

martes, 18 de mayo de 2010

Novedades del frente



Hoy, breves y variopintas crónicas.

Primero, algo sobre las novedades que ambiguamente anticipé en la entrada anterior. Resulta que el jueves pasado recibí un llamado sorpresivo de Cultura provincial. Esta vez, para invitarme a presentar la novela en el marco de los eventos oficiales por el Bicentenario, allá en la lejana Capital. Me prendía en la aventura, a pesar de la estrechez de los tiempos y las incógnitas. Es que faltaba lo más importante: confirmación de fecha y hora por parte de Nación. Esta indefinición se mantuvo hasta hoy, por lo que desde Viedma decidieron suspender el plan.

De una u otra forma, quiero agradecer a la gente de Cultura que estuvo en el tema. Me constan sus gestiones y la voluntad de llegar a buen puerto. Incluso, quedamos en armar presentaciones más adelante, de mínima en distintos puntos de la provincia (Cipolletti incluida).

Ya que hablamos del libro, me informaron que es inminente la llegada de los paquetes. Así que muy pronto anunciaré las librerías del canal de distribución del Fondo Editorial, en las cuales la novela estará disponible para la venta.

En la sección de Sitios Amigos incluí el enlace a "Malditos animales", página de Pablo Tolosa, homónima de su premiado libro de cuentos. Se trata de quien está a mi derecha en la foto correspondiente a la entrada anterior.

Pronto se viene la sección de Yo el pájaro y el cielo. También un cambio visual en la presentación del blog, además del retorno a una vieja y bonita costumbre...


(En la foto, degradé de novelas y Antología de cuentos invertidas, en el stand rionegrino de la Feria del Libro)

viernes, 14 de mayo de 2010

De verdad la hora



Cosas de la relojería: Hace apenas una semana atrás estábamos en la víspera, y ahora todo parece lejano, máxime por las novedades inmediatas.

Vamos por el principio. Verbigracia mi insistencia, sabrás que el pasado sábado 8 de mayo se presentó mi novela Yo el pájaro y el cielo en la Feria del Libro de Buenos Aires. Siendo mi segunda experiencia, se impone una comparación con la primera.

Corría 2002. El país humeaba. Yo tenía veinte años y un librito de publicación reciente, Estrellas Blancas, que recién empezaba a recorrer su largo y fructífero camino. Sin haberlo planeado (casi como la edición del libro), surgió la posibilidad de presentarlo allá. Y con "allá" me refiero a La Feria, el artículo en mayúscula como su corona. Porque uno dice "la Feria del Libro", y la indefinición geográfica no obsta al interlocutor para que la ubique, infalible, en Buenos Aires.

Llegó aquel primer viaje a la Capital, bautismo de cemento para este provinciano. Enseguida, el monstruo: varios pabellones, cientos de stands, miles y miles de libros. Apabullante la parafernalia de los grandes complejos editoriales. Ese olor a página impresa, omnipresente, inolvidable.

Recién ahora sé que abolió el olvido. Antes, una mera sospecha. Es que carecía del tiempo necesario para digerir correctamente aquella experiencia, signada por los encandilamientos y las inconsciencias de toda primera vez. Bastó sentirlo de nuevo para que renaciera furioso, feliz, narcótico.

Debieron pasar ocho años. En cuanto a literatura... Silenciosos, casi monacales, de inconstante pero siempre duro aprendizaje, de combate permanente contra el mundo que conspira y obstruye, los espectros propios, la cotidianeidad. Pero las letras son partículas de la sangre de sus condenados. En algún momento el escritor, al rojo después de tantos años en la fragua, emerge de golpe entre chirridos y vapores, ya templado (o al menos medianamente, camino a). En mi caso, supongo que fue aquel llamado, ese bautismal primer premio. Yo el pájaro y el cielo pasaba de cuadernillo a libro.

Recién lo tuve en mis manos allá, en el stand rionegrino de la Feria. Es extraño verlo regresar así, cristalizado y hermoso. Uno lo mira y sopesa como si fuera ajeno, pero no: desde la tapa pellizca el propio nombre.

Nada más que un rato después, el Día de Río Negro. Es decir, la presentación de nuestros libros. Esta vez no somos un pelotón como hace ocho años. Ahora estamos los tres premiados (Silvia, Pablo y yo) ante la sala que se va llenando despacio, hasta que la gente se termina amontonando en el fondo. Todo el cuerpo electrizado por la mezcolanza de los nervios, la consciencia del presente, de que ahí y en ese mismo instante es la hora del destino. Hablamos, leemos. Luego, incesantes, las fotos y las firmas y las entrevistas. Y uno mira y sopesa como si fuera ajeno, pero no: en las felicitaciones se repiten los tres títulos, nuestros tres nombres.

El balance es descollante. Incluso quedamos con Silvia y Pablo en armar un ciclo de presentaciones a lo largo y ancho de Río Negro.

Por lo pronto, los agradecimientos que corresponden: a Melina, por acompañarme y por la magia de cada momento compartido; a mis colegas del Círculo de Escritores del Comahue, que viajaron para estar en la presentación; a Marcelo Di Marco, mi maestro, a quien admiro y me honró con su presencia. A todos los que hicieron posible este viaje inolvidable. Y a cada lector, porque son la razón de ser de este oficio durísimo e increíble.

¿Mencioné novedades? El lunes te cuento.


viernes, 7 de mayo de 2010

La hora de la verdad



Finalmente llegó el momento. En menos de veinticuatro horas será el acto del Día de Río Negro y consiguiente presentación de los libros, entre los que estará "Yo el pájaro y el cielo", novela de mi autoría ya publicada por el Fondo Editorial Rionegrino.

El tiempo apremia, los quehaceres todavía abundan, y las emociones hierven: la suma arroja que hoy no habrá mucho más que esto que lees ahora. Naturalmente, pasarán varios días antes de que me veas de nuevo por acá. Pero prometo algo sustancioso para entonces.

Rapidito y en general (para evitar olvidos fáciles a raíz de este vértigo), quiero agradecer de corazón a todos/as quienes hicieron posible este nuevo viaje, mi segundo, a la Feria del Libro de Buenos Aires.

¡Hasta la vuelta!

miércoles, 5 de mayo de 2010

Programa Feria del Libro de Buenos Aires


Aunque reste poco, para los que ya están y para los que estaremos (Dios mediante): el programa oficial en este enlace.

Aprovecho para recordarte que el Día de Río Negro (denominación del acto en el cual los autores rionegrinos presentaremos nuestras obras) se hace el sábado 8 de mayo, a partir de las 17:30 hs., en la sala Alfonsina Storni (Pabellón Blanco, 1º piso del predio ferial).

Por último pero no menos importante, quiero agradecer de nuevo a la gente de LU19 por la generosidad, la buena onda y la apertura que tradicionalmente han mostrado para con el autor regional (y no sólo hablo por mí, me consta que es igual con otros escritores). Un abrazo grande para ellos.

domingo, 2 de mayo de 2010

La tierra plana






Tan cerca del viaje y consiguiente momento rionegrino en la Feria de Buenos Aires (recordamos: sábado 8 de mayo, 17:30 hs., en la sala Alfonsina Storni), hago propicio a otro escritor regional, pampeano de nacimiento pero neuquino por querencia. Horacio Beascochea, de él se trata, escribió sobre aquel primer choque entre acá y allá... aunque "choque" tal vez se quede corto, apenas un momento entreverado entre el embiste, la penetración, el arrollamiento. "Tenemos seis mil soldados armados con los últimos inventos modernos de la guerra, para oponerlos a dos mil indios que no tienen otra defensa que la dispersión ni otras armas que la lanza primitiva", clamó, relamiéndose en su nuevo despacho de Ministro de Guerra, el general Roca, y agregó, seguramente levantando la voz y con un relumbre extraño en los ojos: "Sellaremos con sangre y fundiremos con el sable, de una vez y para siempre, esta nacionalidad argentina".

Enfrente y lejos, entre sus médanos, el legendario cacique Pincén dirá por mano del novelista, quizás con la cosquilla fría de un mal presagio viboreando en la piel curtida: "Roca miente, se le nota en el cuero". Sin saber que un día una localidad llevaría orgullosa ese apellido que tan bien definía a su detentador, sabiendo que se venían, antiguo domador de pumas y ladino (es decir, hablaba también la lengua de los huincas), indomable hasta para el mismísimo Calfucurá, Pincén pronto iba a exigir lo máximo al regimiento del entonces coronel Villegas, durante todo el tiempo que pudo resistir a "los últimos inventos modernos de la guerra".

Admirado, un poco entristecido, casi un arrullo bajo la luna cruda de la pampa, así es como rememora el trovador del desierto:

"En la tierra del llano las voces se confunden con el viento y los espíritus ocultos agitan ramas y espantan silencios. A veces traen lamentos de viejos guerreros, sus gritos de guerra, sus cantos de amores perdidos, sus batallas antiguas, encanecidas como las cenizas de este fuego.

En la tierra del llano el sol corre tan despacio que se aburre. Una brisa impredecible recorre los campos, agita los pastos y refresca en las noches de verano. Los animales se habitúan a la quietud, al galopar de las caballadas, a los gritos de los hombres y a la furia de la guerra y el miedo.

En la tierra del llano el horizonte es gris, sangre, verde y divide la llanura del cielo; los hombres son derrotados por la tierra sin fin y enloquecen con los embrujos de Gualichu y sus sueños.

En la tierra del llano vivimos los indios. Primero solos. Ahora con los huincas. Y la tierra buena no alcanza para los dos, por eso quieren corrernos. De antes nos reunimos alrededor del fuego y recordamos nuestro pasado. Las voces hablan de nuestros guerreros, de sus hazañas, sus costumbres viejas y de la guerra, de soles agitados y soles tranquilos pisoteados por la guerra.

En la tierra del llano -aquí- nació el hijo del desierto, el hombre jamás vencido, el de los ojos negros, los que bajan la vista de cualquiera. Su habilidad con la lengua lo hace ser el dueño de la palabra, el dueño del decir. Y un día se convirtió en nuestro cacique. Plantó a Piedra Azul y se quedó en Malal."

"Es nuestra casa, nuestro gran toldo, lo que nos queda."


(fragmento de La tierra plana, de Horacio Beascochea)